Cervantes Magazine Vol 17: Autor Invitado

in spanish •  7 years ago 

[Cervantes Magazine – Vol 17]

Virgen, y con un cúmulo de confusiones y aciertos, a sus 25 años Dalí exhibe una de las obras más representativas del surrealismo, y de sí mismo. En ella logra reunir una de sus obsesiones más ancladas hasta ese momento: el sexo y la autocomplacencia.



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Fuente


Dalí se representa de varias maneras, en el centro como un ser que sueña, que anhela lo más puro como algo tangible y a la vez no, por ser un sueño, o una representación: las perlas, la cala, y la mujer.

Pero también esos ojos cerrados pueden estar imaginando, tratando de consumar sus fantasías gestadas a lo largo de esos años, imposibilitado de tocar a alguien, sea hombre o mujer, debido (se intuye) a la fobia que le generó su tío al dejarle, como quien no quiere la cosa, unos libros de medicina sobre la sífilis. Este hecho pudo haber llevado al pintor a experimentar el homoerotismo, la masturbación, o ambas, pues no es hasta hace poco que las infecciones de transmisión sexual cambian de nombre, ya que antes se las llamaba venéreas, por Venus, asociadas más que nada a las mujeres, que si no las trasmitían, las generaban.

La lujuria se puede ver mejor representada en las dos figuras al pie de la pintura, donde el hombre a modo de figurilla articulada (Dalí), abraza a un esbozo de mujer que emerge de una piedra. El imaginador se sabe que en su fantasía aún él es irreal, sin rostro, sin identidad, como irreal es el objeto deseado, dispuesto a ser moldeado, manipulado a imagen y semejanza de los deseos de aquel. Otros interpretan el león de melena cual Medusa y luenga fálica, como el deseo sexual, rey de esta selva llamada cuerpo, presto a petrificar a todo aquel que se atreva a plantarle cara, a mirarle a los ojos, a masturbarse.

Al mismo tiempo, coexiste otro mensaje, donde lo admirado tiene que ser corrompido, transformado, o por qué no, humillado; lo dice la imagen del autor que lleva un calzón bastante ceñido como empacado al vacío, insinuando el miembro y ofreciéndoselo al objeto-deseo a la altura de su cara para que le practique sexo oral.

Otra pintura en la que se resalta el acto de la masturbación es en El juego lúgubre, donde una estatua resalta por el gran tamaño de la mano, y la vergüenza que siente al hacerlo, seguro, por las implicaciones morales y religiosas que todo acto sexual ha tenido frente a la Iglesia, llenado de culpabilidades al autor, aunado, como se dijo, al miedo de contraer alguna enfermedad de transmisión sexual y que el gran saltamontes ayuda a representar.

Se cuenta que Gala le ayudó a disipar esas fobias, revelándole que existían otras formas de expresión sexual, y que no solo el acto de penetrar era el válido ni más puro, sino que también la masturbación lo era: prefería tocar el cuerpo ajeno mientras se masturbaba, o mirarlos ensuciarse a sí mismos, y quedar impecable.

Ysaías Núñez


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Me gustó mucho esta publicación.
La verdad creo que es un buen análisis a la pintura, a la personalidad de un ser humano complejo como lo fue Dalí y a la expresión que dió constantemente a sus ansiedades, ideas y pensamientos.
El mencionar su fobia a la sexualidad en contraste al tiempo en el que él existió es fundamental; demasiadas limitaciones y tabúes promovidos por la iglesia y la sociedad de antaño.
Te felicito por tus argumentos. Saludos.

Épale, hermano, muchas gracias por tomarte el tiempo de leer, y de comentar. Lo interesante de Dalí es la ciencia que le inyecta al arte, su arte. Ahí nada está de gratis.