Una obra literaria para que tenga calidad, por lo general, requiere esfuerzo y tiempo. Obras que no llegaron a ser lo que su autor quiso, no por falta de esfuerzo o interés, sino porque se les acabó el tiempo, y en la literatura, el tiempo es sinónimo de vida.
El proceso de escritura no siempre es de interés para la media lectora ni para los propios autores, como tampoco les pueda interesar entender qué convierte a una obra en éxito, así lo aseguró Gabriel García Márquez en una entrevista: “No, no quiero saberlo” (1), ese apartado queda relegado para los lectores más curiosos o para los estudiosos del tema o biógrafos de algún autor; hay implícito en el acto un halo de misterio que sobrepasa los límites del entendimiento (al menos por ahora) de cómo un ser orgánico puede generar y hacer sentir placer estético por una narración escrita o un poema.
Mas en ese devenir, en el que autor reúne las fuerzas para acometer la obra: experiencia, madurez literaria, planificación escrita o mental, puede llevar muchos años antes de que el escritor coloque las primeras frases, o la primera letra. Cuenta Gabriel García Márquez que, para escribir Crónica de una muerte anunciada le tomó 30 años de planificación y 15 o 17 años para Cien años de soledad (1), y solo 18 meses para la escritura en sí.
Caso contrario sería Fiódor Dostoyevski, quien escribió una muy buena novela, El jugador en menos de un mes impelido por la presión de su editor, o también por el formato (novela por entregas) donde los autores prácticamente no tienen tiempo de planificar, sino que van sobre la marcha, dirigiendo esa embarcación que es la historia hacia una isla de la cual solo tienen una idea vaga, un boceto, un tal vez que va cobrando forma o que nunca la llega a tener. Fue el caso de Charles Dickens, quien murió en 1870 tras sufrir un derrame cerebral después de un día de trabajo, dejando lo que sería su obra inacabada: El misterio de Edwin Drood.
El misterio de Edwin Drood es una reiteración en sí misma: El tío de Edwin Drood, John Jasper, en secreto está enamorado de su alumna de música y prometida de su sobrino, Rosa Bud, lo mismo que el joven Neville Landless. Avanzada la novela, el joven Edwin desaparece, y su tío sospecha que ha sido Neville Landlees. En su desesperación el tío se entera, por parte del Sr. Grewgious que su sobrino y Rosa Bud “[…] se pusieron de acuerdo para romper el vínculo que existía entre ellos, y eso definitivamente y para siempre.” Agregando: “[…] se separaron con firmeza, no sin antes derramar muchísimas lágrimas, la misma noche que usted los sorprendió juntos por última vez”, al oír esto el tío grita y cae desmayado.
Durante la novela se dan suficientes indicios (o pistas falsas), que sugieren que el asesino es el mismo tío, pues se enteró de esta separación justo después de cometer el crimen, ¿con qué? Con un pañuelo negro, asfixiándolo de la misma forma que casi lo hace con un muchacho que él creyó que lo espiaba. Al lector también se le sugiere que ha sido Neville Landless, pues un día antes había comprado un bastón fuerte para caminar. De todas maneras, el día de la desaparición una misteriosa mujer le advierte que un tal Ned está en peligro porque es “Un nombre amenazado... un nombre peligroso…”, la cuestión es que esta mujer es opiómana, lo mismo que el tío, que frecuenta esos bares, y el único que lo llama así: Ned.
De todas maneras la novela se queda a medio camino, dejando muchas opciones, pero a sabiendas de que el género policiaco estaba en auge y algunas técnicas ahora pueden resultar obvias o clichés se podría pensar que eso ha sido así, no obstante, la inventiva y genialidad del escritor seguro estaba trabajando para sorprender a sus lectores… como les sorprendió su repentina muerte. Como el cuerpo de Edwin Drood nunca aparece deja la puerta abierta de que está vivo, escondido en algún sitio, esperando a regresar para desenmascarar las intenciones de su tío quien pasado un tiempo se le declara a la joven Rosa.
El escritor portugués José Saramago dejó también otro gran misterio. El 15 de agosto de 2009, en su cuaderno de notas, escribió sobre cuál sería el eje sobre el cual giraría su nueva novela: “[…] porquê nunca houve uma greve numa fábrica de armamento / por qué nunca ha habido una huelga en las fábricas de armas”(3). La pregunta fue luego hecha y desarrollada (no respondida, eso quedaría para la novela) en una declaraciones que dio en Portugal, comentando lo irónico del Sistema que lucha contra las drogas, contra la gripe A, “y ¿qué se hace para prohibir las armas?: Nada”(4). El comentario, a casi una década, parece estar más vigente que nunca, cuando en los últimos días ha habido tiroteos y masacres en centros comerciales, cines o escuelas.
La novela de apenas tres capítulos, no alcanza para que el protagonista Artur Paz Semendo (en el original “artur paz semendo”) empleado de Belona S.A., llegue a investigar un saboteo que un operario de la fábrica perpetró durante la Guerra Civil española, al enviar una nota en portugués dentro de un mortero que nunca explotó: “Esta bomba no explotará”. El argumento deja muchas interrogantes, sobre todo conociendo la capacidad narrativa, la ironía, y la filosofía de José Saramago dejan al lector en blanco, ¿cómo continuaría la historia? ¿Cuáles iban a ser los comentarios que haría el autor? ¿De cuáles frases nos perdimos? ¿Cuál fue la respuesta que no se nos dio? ¿Cuál pregunta no nos llegó a hacer? Nos quedaríamos con el hipotético final que dejó en sus notas, quizá como una contestación que le da la esposa de Artur Paz Semendo ante la pregunta (más hipotética aún, pues la hago yo) de hacia dónde va la vida, la humanidad o el mundo: “[Se] va a la mierda / vai á merda”.
En todo caso estos grandes autores nos dejan con el sabor agridulce de la vida y la Literatura, agrio por quitárnoslos tan pronto, y dulce por habérnoslos dado.
Ysaías Núñez
Bibliografía
- Plinio Apuleyo Mendoza, El olor de la guayaba, Editorial La Oveja Negra, Bogotá, Colombia [1982] (pp.81, 27)
- Charles Dickens, El misterio de Edwin Drood.
- José Saramago, Alabardas Porto Editora, Portugal [2014] (pp. 79. 81).
- ALABARDAS, ALABARDAS, ESPINGARDAS, ESPINGARDAS – Declarações de José Saramago
Que maravilloso artículo, en serio que sí.
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Hola, muchas gracias por leer y comentar. :D
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