¡Hola steemians!

Hoy quería hablarles un poquito de cómo ha sido mi corta experiencia en el mundo del Tai Chi y del Chi Kung (de la filosofía del taoísmo), y de cómo ha influenciado mi vida. Esto es algo de lo que he podido sacar en claro. No hablaré de teorías ni de palabras en chino (bueno, ¡lo mínimo pues!), sino de qué he aprendido. 

¡Acompáñenme!

De los símbolos del taoísmo

Lo primero que me gustaría decir algo que ya he comentado antes por acá, que Tai Chi Chuan y Tai Chi no son lo mismo. El primero es un arte marcial, y el segundo es el principio filosófico que lo rige. De hecho, Tai Chi significa Principio Supremo. Y se relaciona con este símbolo que vemos acá. Es lo que la gente llama “yin-yang”, porque de hecho representa a dos opuestos que se complementan (no pueden existir el uno sin el otro). Que son el yin y el yang.

Sin embargo, ese no es el nombre de dicho símbolo.

Su nombre es “Tai Chi Tu”. Algo así como “expresión del Tai Chi”, y simboliza la armonía. Su función es ayudarnos a comprender un término intraducible (a los occidentales nos encanta darle nombre a las cosas, aunque eso las limite). 

Yin y yang no pueden separarse porque son comparativas. Es decir, no podemos saber si algo es alto (yang) si no lo comparamos sin lo bajo (yin). En otras palabras: nada ni nadie está solo en el mundo, todo está interconectado.

Pero, ¿cuántas veces has escuchado que todo está conectado? Seguro más de una vez, ¿y qué significa? Pues que, como el yin y el yang, todo es algo respecto de otra cosa. Yo soy fulano, y mi padre es mengano. En efecto somos fulano y mengano, pero él es mi padre y yo soy su hijo. Igual respecto de mis demás familiares y amigos. Un jarrón está sobre una mesa, y son jarrón por un lado y mesa por el otro: pero el jarrón está arriba tan sólo porque la mesa está debajo. Todo es algo respecto de otra cosa, nada está jamás aislado.

¿Aceptar? ¿No hacer nada?

Todos sabemos lo que es un río. Éste fluye sin cesar llevando el agua de un lado a otro. Desde los picos más altos hasta el mar. Esto es lo normal, porque es lo natural: ¡la gravedad es una ley física! 

Sin embargo, los seres humanos somos unos animalitos que queremos modificar todo, hacerlo a nuestra medida. De hecho somos los únicos seres que habitamos toda la Tierra, aunque ni tenemos capacidad de soportar el frío extremo si no estamos cubiertos. Es decir, modificamos nuestro entorno para adaptarlo a nosotros. Bueno, esto es como ponerle una presa al río, y así no fluye y, aunque las presas sirven para algo, contravienen el orden natural, y se vuelve artificial.

Esto en sí mismo no es malo, pero a veces, pensando en otro contexto, los seres humanos no dejamos que las cosas fluyan, que se “arreglen por sí mismas”. Esto no quiere decir que si me fracturé una pierna no voy a ir al médico para que “todo fluya”. Nooo. Lo que quiero decir es que a algunas cosas, no todas, hay que tenerles algo de paciencia, porque si nos detenemos y nos calmamos, y no elegimos de inmediato, la respuesta, gracias a esa paciencia, surge como un destello de luz: con mayor brillantez. Esa paciencia, “ese no hacer nada”, tiene nombre, se llama wu-wei… Y es fundamental en Tai Chi y en Chi Kung.

La naturaleza y nosotros

La verdad es que cuando uno empieza a meterse en este mundo, en todos lados surgen ejemplos relacionados con la naturaleza (como el del río del punto anterior), ¡todo empieza a sonar como los maestros de barba larga de las películas, que sólo dicen ejemplos naturales! Pero eso tiene sentido, porque en la naturaleza todo funciona como un reloj: los pájaros cantan cuando amanece, y emigran cuando llega el frío, los animales más grandes comen insectos que podrían saturar al mundo, los animales carnívoros se comen sólo a las presas más débiles, las plantas crecen hacia donde hay más sol… De esos hay infinitos ejemplos.

Si uno se pone a pensar, la verdad es que en la naturaleza ocurre siempre lo que tiene que ocurrir. Hasta lo que llamamos desastres naturales tienen una razón: los terremotos, por ejemplo, liberan la altísima presión entre placas… 

Y así.

Pero, ¿qué tiene que ver con nosotros? Para los chinos, hay una forma de lograr la paz: tratando de imitar a la naturaleza. Cuando vemos ese “todo es perfecto” en nosotros, estamos en paz, equilibrados. Comemos sólo cuando tenemos hambre, dormimos cuando tenemos sueño, nos cubrimos cuando hace frío, nos defendemos sólo cuando hay peligro… Y en efecto, ¡amamos!

Esa armonía con la naturaleza es estar en el Tao. ¿Recuerdan el símbolo del primer punto? Bueno, el Tao (que da nombre al taoísmo), es la línea imaginaria que está entre el “pececito oscuro” y el “pececito claro” del símbolo del yin y el yang. Es línea que parece una “S” simboliza el estar equilibrado con todo, sano. Eso es Tao.

Continúa en la Parte II

(créditos de imagen: http://www.pixabay.com).

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