En Sacrificios y hierogamias llegamos a la conclusión de que la máquina hierogámico-sacrificial surge como tal desde un principio, que hierogamias y sacrificios conforman dos polos inseparables, que la máquina puede inclinarse más hacia uno u otro de estos polos, pero sin que el otro deje de estar presente. Pues bien, esto es lo que Stanley Kubrick nos confirma en 2001: Una odisea del espacio.
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