Son muchas las cosas con las que tiene que lidiar un escritor, en especial un escritor novato. Ya sé que probablemente hayas escuchado un discurso parecido de varias personas que se están iniciando en algún oficio, pero si somos realmente sinceros con nosotros mismos, podemos conceder un poco de razón a esa afirmación.
Y es que realmente lo que pesa no es escribir una palabra detrás de otra, sino todo lo que conlleva el mantenerlo, el encontrar la inspiración todos los días o simplemente un tema interesante de que hablar.
¿Será esto o aquello interesante? ¿Seré lo suficientemente bueno en algún momento? O ¿A alguien siquiera le interesará leerme?
Estoy seguro de que estas preguntas pueden adaptarse a cualquier carrera u oficio existente en el planeta y a cualquier persona por más segura de sí misma que esta sea.
Pese a que yo realmente creo que cada trabajo tiene lo suyo, se siente reconfortante tener la certeza de que a cada quien le pesan las expectativas, ya sean propias o de terceros.
Creo fervientemente en que cada persona está lidiando con lo suyo y aunque no los conozca directamente, puedo ver en cada rostro que me pasa al lado en la calle una pequeña lucha interna que muchas veces sale victoriosa.
Son esas victorias las que nos animan a seguir cuando pensamientos como los que he planteado aquí salen a flote y no es para menos. Pero si de algo sirve pequeño extraño que no sabe quién lo observa al salir, tienes a alguien que te entiende ahí afuera.