Error, error, error. Fallo del sistema. System failure.
¿En qué momento sucede tal catástrofe de sucesos inesperados pero definitivos? Así terminan las cosas, sin que uno se dé cuenta, y un día no puedes arrancar la máquina del tiempo. Todo queda quieto, inmóvil, sin principio ni final.
Soñé con volver a verte. Me ilusioné, aunque no sé con qué argumento. No tengo nada que te importe. No soy nada para ti. Y, aun así, no sé por qué no encuentro esa vida que tenía cuando estabas. Mi cara ya no la reconozco; solo queda un rostro desolado. Mis días están quietos. No sé qué espero para empezar a vivir. Estoy vacío, y nadie parece interesarse por mí. Solo mis lágrimas me acompañan; ellas siempre están, mi presencia más constante.
Siempre pienso que esto cambiará. Lo intento, pero el recuerdo de ti me atropella y me desarma al instante. Me pregunto si otros se sienten igual, como muertos vivientes. Tal vez haya más que, como yo, murieron ese día sin imaginar que sería la última vez juntos. Ahora, la distancia es infinita porque el cuerpo te recuerda, la mente te trae, y los sueños te invaden. Soy como un niño lleno de preguntas.
Y no creo que ni el tiempo ni nada puedan hacer que quien cerró la persiana la vuelva a abrir para algo hermoso, cuando solo ve algo horrendo.
El final de los finales, con capítulos incompletos y hojas que siempre quedarán vacías. Mi dolor será mi karma eterno.