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Parte V
40
Golpea al topo
"¡Cuidado” ¡Un Kong! ¡Detrás de ti!" —gritó Dakila.
Al Wietse darse vuelta pudo alcanzar a ver los contornos rojos del semirremolque que volaba hacia él a una velocidad increíble antes de que la negra M-brana creciese los suficiente como para interceptarlo. Dio un paso atrás, su cabeza casi había golpeado la esfera negra al expandirse antes de volver a colapsar sobre sí misma, habiéndose llevado el semirremolque consigo. Joder, estuvo cerca.
"Gracias, chico. Te debo una."
Justo cuando vio al Jötnar “Kong” de tamaño mediano que había lanzado el semirremolque, otra esfera negra creada por Dakila le estaba consumiendo.
Dakila había resultado ser un aprendiz rápido. Se había adaptado al implante craneal mucho más rápido que él mismo. Dakila y Wietse habían estado discutiendo sobre estrategias antes de la batalla. La propuesta de Wietse era ir dando saltos a través del campo, evaluar la situación, tomar un Jötnar, soltarlo a un kilómetro de altura y confiar en que el centro de misión tomara la próxima posición táctica, nunca en el mismo lugar dos veces ni por más de cincuenta segundos. La propuesta de Dakila era un poco diferente: pelear espalda con espalda; escabullirse entre los grupos de Jötnar más pequeños y mantener sus posiciones lo máximo posible, para luego saltar hacia una posición detrás del grupo que se aproximaba y continuar. Luego de una breve discusión, Dakila había aceptado la estrategia de Wietse, pero ahora parecía apropiado replantearse la elección. Cincuenta segundos podría ser suficiente para pelear contra los Jötnar solitarios, los Tardos, o contra los grandes grupos de aquellos que eran más pequeños y muchísimo más predecibles que no se habían molestado en darles nombre. Ahora aquellos segundos no parecían tan cortos ni tan seguros al enfrentarse con los Kong, de tamaños más grande.
Wietse se había sentido terriblemente estúpido al principio, vistiendo largas capas azules pero sobre todo por llevar puesto aquel sombrero puntiagudo azul de mago. Las fuerzas atacantes claramente no se interesaban en aquello y aquello le parecía un alivio a Wietse de alguna manera. Pero ahora, peleando junto a Dakila, quien llevaba una indumentaria igual de ridícula durante los, más o menos, veinte minutos que habían transcurrido en su batalla sobre la superficie congelada del mar, sentía que había algo revitalizante en ir vestidos como magos de cuentos de hada. Wietse comenzaba a sentirse parte de aquello, y con eso crecía su seguridad en su rol como el “Hechicero cuántico”.
Mientras que para él un anciano, le había tomado tiempo hacerse con su rol, a Dakila parecía haberle encajado el rol perfectamente desde el principio, lo que había sido un gran estímulo en su desenvolvimiento como guerrero con M-brana
Había todo un equipo de nerds mejorados trabajando detrás de escena usando una pequeña red de micro pliegues para comunicarse. Aunque hubieran sido terriblemente inútiles en el campo de batalla, el trabajo que hacían era indispensable.
La idea de Wietse de hacer que los Jötnar se precipitaran hacia su muerte no había funcionado. Wietse había cometido el mismo error que los Samis con los gigantes Jötnar. El caer desde el cielo a varios kilómetros de altura parecía no molestarles, simplemente se levantaban como si nada pasara. Aquellos homínidos de tamaños diferentes, pero aterradoramente grandes, salían ilesos. Un hecho que había hecho a las fuerzas de la República Sami subestimar la amenaza que implicaban aquellos monstruos. Los más grandes de ellos eran los que más humanos parecían. Apartando el hecho de que medían más de cuarenta metros de alto, alguno que otro raro caso donde alcanzaban los sesenta, y apartando su piel pálida y cabezas que parecían muy grandes para sus cuerpos, parecían tener proporciones humanas a escala. Sus movimientos parecían torpes, como si estuvieran borrachos, y a pesar de ser los más grandes, habían demostrado ser fáciles de controlar para Wietse, Dakila y su equipo tras bambalinas. A pesar de su resistencia a todo lo que las fuerzas aéreas Sami les lanzaban, todo lo que lograban aquellos Jötnar gigantescos era destruir edificios que golpeaban torpemente o tomar a alguna que otra nave que pasaba muy cerca de ellos. La República Sami aún tenía una fuerza armada antigua con aviones tripulados ya que los enjambres de drones no eran prácticos durante el invierno.
Su velocidad al caminar no mostraba un gran problema ya que no parecían tener prisa alguna, pero la velocidad con la que se lanzaban contra los aviones cercanos era tan tremendamente rápida que le había costado a las fuerzas Sami un diez por ciento de su fuerza aérea tan solo en los primeros minutos de batalla. Dakila se había referido a ellos como los Tardos, un nombre que les venía, de cierta manera, bien.
Había un segundo tipo de Jötnar más simiesco y mucho más feroz que los Tardos. Si no hubiera sido por Dakila, uno de esos bastardos se hubiera cargado a su mejor baza. Su color y rostro compartían las mismas extrañas características que los del primer tipo. Sus pupilas felinas en aquellos ojos sin iris, narices aguileñas y bocas amplias que parecían haber pasado por una mala cirugía pero que al abrirse se transformaban de manera horrible, como si la mandíbula de una persona se desfigurara y tomara forma de la de un babuino. Sus extremidades eran diferentes en proporción a las de los humanos, brazos más largos y piernas más cortas, y sus cuerpos parecían estar a mitad de camino entre un levantador de peso y un gorila de espalda plateada. Con entre dieciocho y veinte metros de altura, eran más rápidos que los Tardos y lo que los hacía más peligrosos que estos era su habilidad de lanzar objetos pesados a gran velocidad. Rocas, árboles, autos, grandes pedazos de hielo, el semirremolque de hacia un momento… Dakila y Wietse se necesitaban mutuamente para hacer frente a los Kong.
Mientras más duraba la batalla, Wietse más sentía el efecto que las vestimentas tenían en él y en su compañero. Dakila había insistido en prepararse para la batalla, pero vestirse así no era lo que Wietse tenía en mente. Al menos el atuendo los mantenía abrigados en aquel averno congelado; menos treinta y siete grados Celsius. Según sus datos, los Jötnar no se movían a ningún lugar con más de treinta y dos grados Celsius, lo que implicaba que por el momento estaban confinados a los territorios del norte y claramente no tenían la misma habilidad de él y Dakila de materializar M-branas donde fuera. Un pequeño grupo de las fuerzas nerd de Dakila había estado analizando la red de Wietse y habían descubierto puntos en donde su red interceptaba a otra mucho más débil pero de alcance intergaláctico. Fue en una de esas intersecciones, o muy cerca de ella, en donde los portales dejaban pasar a los Jötnar por decenas. El chico había estado en lo cierto, debían probar su estrategia ahora si querían detener aquello.
"¡Central! Dennos coordenadas más centradas, ¡Aplicaremos la maniobra de Kotu!"
Habían probado aquello sólo una vez. Se le había ocurrido a Dakila luego de haberle colocado el implante craneal, y a pesar de haber funcionado, Wietse estaba un poco nervioso acerca de entrar en sus esferas debido a sus restricciones de tiempo. Dos portales de entrada, uno de salida. Si no medían bien el tiempo, no querían imaginarse lo que ocurriría. Si el portal de salida se extendía por mucho tiempo, podría ser usado como punto de anclaje para los portales Jötnar y les alcanzarían en segundos. Además, Dakila y Wietse no podían pasar por el mismo pliegue al mismo tiempo por portales distintos o podrían sufrir lo mismo que aquel Agente con su pierna, de hecho podría ser algo peor, como la mitad de su cuerpo o sus cabezas.
Una esfera plateada se materializó ante Wietse. Eran ahora mucho más grandes que las que había usado antes de la batalla debido a los estúpidos sombreros de Dakila. Vestir trajes de mago azules ya era suficiente sin tener aquellas estrellas blancas por toda la extensión de la capa y el sombrero. Al menos los sombreros cumplían una función, además de hacerles más fácil el trabajar con tecnología de una organización que ambos odiaban, les protegían del terrible frío del lugar, además de protección PEM. A pesar de que los Jötnar parecían no tener tecnología, y no parecían necesitarla tampoco, las fuerzas Sami les atacaban con todo lo que tenían, bombas PEM incluidas, por lo que aquellos ridículos sombreros evitaban que sus cerebros se frieran con fuego amigo.
Era el momento, Wietse cerró los ojos y dio un paso al frente en el momento en que la esfera cambió de plateado a negro.
"Espero que esto funcione, chico."
Dio un paso fuera del portal de salida, aliviado de seguir en una pieza, y una voz femenina le habló por los auriculares. Era Imelda, la novia demasiado joven de Dakila.
"Dos pasos atrás, caballeros, están justo en el centro de la zona de salida ahora. Coordenadas del portal de entrada fijados en la posición de Merlín más un metro treinta y cinco centímetros."
Wietse dio un paso atrás, luego otro cuidadosamente. Al juntar los pies pudo oír la delgada capa de nieve sobre el océano congelado comprimirse bajo los pies de Dakila también. Habían tres esferas plateadas enormes a los lados de Wietse. Una justo frente a él a unos cien metros de distancia y la mitad en altura, una segunda un poco más cerca a las diez en punto y la tercera estaba más alejada, tal vez a cuatrocientos metros a la una en punto. Habían Jötnar por todas partes pero ninguno los había visto. Estaban bien posicionados, los Jötnar se alejaban.
"Tengo dos salidas, Merlín, y un Tardo" —dijo Dakila tras él.
Wietse odiaba los nombres, pero significaban demasiado para Dakila. Había actuado casi como un niño cuando Wietse le dijo que no le importaba ser llamado Merlín en vez del mago favorito de Dakila: Gandalf. Habiendo sabido acerca del ridículo atuendo azul con estrellas Wietse había pensado más acerca de ser Gandalf, pero al final, viendo cuán feliz había hecho a Dakila, estaba feliz de haber escogido el nombre. Uno que Dakila había hecho para él en primer lugar.
"Tres entradas muy sobre el nivel del suelo, Gandalf. Dos Tardos, un Kong y un gran número de Jötnar pequeños saliendo de la salida a mi izquierda. Central, ¿Nos vamos?"
"Las salidas son estables. ¡Nos vamos!" —dijo Imelda mientras aparecían esferas negras debajo de las plateadas. Cada entrada fijada en una salida del mismo tamaño, cada una a una esfera de la mitad de su diámetro debajo de la otra.
El grupo de Jötnar saliendo de una de las salidas fue justo a través de la esfera de entrada correspondiente. Tras darse cuenta de que dejarlos caer desde grandes alturas no funcionaba, todo el equipo acordó usar la zona roja cercana de la escombrosfera como punto donde enviarlos. . Si el vacío del espacio no los acababa seguramente un encuentro con un enjambre de HEOPS lo haría.
Mientras que los Tardos no representarían un peligro para ellos por ahora, uno se percató de las nuevas esferas e inmediatamente comenzó a inclinarse sobre ellos, atrayendo la atención de muchos de los otros Jötnar al chillar y apuntar en su dirección y los otros gigantes comenzaron a moverse también hacia ellos. Wietse inmediatamente comenzó a materializar una esfera para uno de los dos Kong el cual en vez de caer por ella, pudo extender sus brazos y sostenerse de un pedazo de hielo para no caer por la esfera en la cual ya se hallaban sumergidas sus piernas y buena parte de su torso. Luego, Wietse recordó al Agente, ¿Podría funcionar? Los Jötnar habían demostrado ser virtualmente indestructibles ¿Pero podría la M-brana partirlo en dos como hizo con la pierna de aquel desaventurado? Era momento de averiguarlo. Comenzó a encoger la esfera y el Jötnar se dejó caer, entonces la volvió a hacer crecer y desapareció en ella. Se percató de un gran bloque de hielo viniendo hacia él, dirigió su cetro hacia él e hizo aparecer una esfera por la cual desapareció el bloque. Comenzaba a adaptarse a su rol como mago y a pesar de que el cetro era sólo un mero accesorio, usarlo como si fuese alguna clase de artefacto mágico se sentía apropiado.
Tenían algo de tiempo antes de que el grupo de Jötnar se acercara lo suficiente así que pudieron relajarse. El otro Kong era la única amenaza ahora por los momentos. Wietse creó una pequeña esfera que servía como pantalla, debía verificar si el Jötnar había muerto en el vacío. Mientras mantenía a la vista al segundo Kong, lo que vio en la esfera lo perturbó. No sólo estaba vivo el Kong a pesar de estar partido en dos, sino que un pequeño torso y unas pequeñas piernas estaban creciendo de cada una. No sólo el partirla en dos no la mato, sino que la había vuelto dos Jötnar, ¿Pero y el vacío? Aparentemente no surtía efecto en ellos.
"¡Central! Quiten las esferas de salida de la escombrosfera. Repito: ¡Quítenlas de la escombrosfera! Configuración de bucle."
"¿Qué sucede, Merlín?" —habló una voz preocupada por el auricular.
"¡No le cuestiones! ¡Sólo hazlo!" —gritó Dakila.
En ese momento, otro bloque de hielo vino volando hacia Dakila, quien lo interceptó con otra esfera.
"Tengo una idea, Gandalf. Si funciona puede darnos la ventaja que tanto necesitamos."
"Entendido, Merlín, todo listo por aquí."
Wietse creó otra pequella esfera de visión, luego apuntó su cetro hacia el Kong restante y lo hizo caer por una esfera. Al caer al otro lado de ella, Wietse observó al grupo de Jötnar que se aproximaba. Cuarenta, quizá cincuenta segundos.
"Dakila, digo… Gandalf, ¡Cambiemos!"
Dakila y Wietse se dieron la vuelta y cambiaron sitios, Wietse miró por la pequeña esfera. El Kong se movía nerviosamente por la arena mientras comenzaba a sudar visiblemente debido al calor del mediodía del desierto. Luego comenzó a moverse erráticamente como si estuviera agonizando y, de pronto, se encendió en fuego, seguido de una explosión. Wietse apartó la vista justo a tiempo cuando una corriente de aire caliente le llegó y chamuscó su barba.
"Veintiuno" —dijo Dakila—." ¿Maniobra central?"
"¡Central!" —afirmó Wietse.
Medio segundo después una Nueva esfera de entrada apareció a diez centímetros de Wietse. Le dio un toque en el costado a Dakila para hacerle saber que la esfera estaba lista.
"¡Ahora!" —dijo Dakila. Wietse dio un paso al frente y él uno hacia atrás y se adentraron en la esfera para emerger al otro lado de ella.
"Central, ¡Suelten a los nuevos en la parte más árida del Sahara y denme las coordenadas de un volcán activo! Da… Gandalf, debemos hacer sudar a los Jötnar, pero sin fuego ni explosiones, sólo aire caliente."
"Entendido, Merlín. ¡Les daremos un poco de aliento de dragón!"
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muy genial, muchas gracias por compartirlo, tienes mi apoyo. 👍
Posted using Partiko Android
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