Acostumbrada a que las puertas del hogar de la abuela donde es tradición reunirnos todos, el olor de hallacas y pernil dieran la bienvenida a los tíos y primos, pero esta vez toco prepararse para que dos asientos de la mesa se queden vacíos.
Donde por primera vez en mis 25 años de vida no pudimos abrazarnos ni tomar la fotografia grupal, donde teníamos que tomar muchas fotos para que saliéramos todos bien, sino que tendré que conformarme con verlos a través de la pantalla de un celular.
Soy muy apegada a mi familia sobre todo a mi prima que es una como una hermana para mí, que aunque siempre estuvimos separadas y solo nos veíamos en vacaciones, siempre teníamos esa conexión donde solo ella me entendía y yo a ella, donde siento como si estuviera en duelo por ese vacío de que ahora ellos no estén. Pero pensando en un cliché, que todo es para un futuro mejor, donde lamentablemente en Venezuela no se puede tener.
El hecho de que decidiera mudarse generó discusiones, aunque no fue impedimento para que la apoyaran en su meta de emigrar.
A pesar de su melancolía y a sabiendas de que Navidad no sería lo mismo, decidió irse con su hijo a donde estaba su esposo para no seguir sufriendo la crisis que atraviesa Venezuela.
La situación política y económica es insostenible. Donde muchos se van para no tener que seguir viviendo esto.No serán los únicos que pasen Navidad por primera vez sin sus seres queridos.
Las navidades van a ser tristes: a todos se nos va a aguar ‘aguar el guarapo’ cuando se hagan las 12:00 y falten los abrazos, comernos las uvas antes que reviente año, lanzar lentejas y arroz para la prosperidad, aunque este año no se pudo, ya saben situación país.
¡Donde cada vez somos menos!