¡Hey tú mujer!
que madre fuiste como ninguna,
de tu último aliento,
vida diste.
Con templanza lo soportaste todo;
ni el dolor ni la desesperanza te embargaron,
incluso en el peor momento.
Con tu leche los nutriste,
con tu amor los abrigaste,
y aun en la distancia, los cuidaste.
Porque ellos eran tu razón de ser,
el alma de tu corazón.
Que madre fuiste como ninguna,
con tu leche los nutriste,
con tu amor los abrigaste,
y aun en la distancia, los cuidaste.
¡Hey tú mujer!
de tu último aliento,
vida diste.
Sacrificando todo por amor,
a tus hijos.