Nicolás era hijo de una familia acomodada de la región, pero él destacaría por su sencillez y servicio hacia los demás. Su padre deseaba que siguiera sus pasos como comerciante en el Mar Adriático, mientras su madre pretendía que fuese sacerdote como su tío, el obispo de Mira.

Al morir sus padres atendiendo a los enfermos en una epidemia, heredaría una inmensa fortuna que decide repartir entre los pobres. Luego de visitar Tierra Santa, regresaría a Mira donde se ordenaría como sacerdote. Más tarde, al morir su tío sería elegido para reemplazarlo como obispo.

Lo poco que se conoce de su vida, contrasta fuertemente con la universalidad de su fama y de su culto, con la popularidad de que goza en Oriente y en Occidente, aun en la actualidad, y con la abundancia de leyendas creadas en torno a él. Fue tan popular en la antigüedad, que se le consagrarían más de dos mil templos alrededor del mundo, además se convertiría en el santo patrón de Grecia, Turquía y Rusia.

A él se le atribuye un milagro que le daría fama y con el que se daría inicio a la historia de Santa Claus. Según cuentan los historiadores, un padre arruinado no poseía la dote necesaria para casar a sus tres hijas, aun cuando en otras fuentes consultadas afirman que dada la precariedad del padre, éste se habría visto obligado a prostituirlas. Nicolás deslizaría unas monedas a través de la chimenea del hogar de la familia para paliar esta lamentable situación y rescatar a las niñas. Las monedas caerían dentro de las medias de lana que las tres hermanas habían colgado en la chimenea para secarlas. De este suceso, surgiría la idea de que este legendario personaje se deslizaba por las chimeneas, dejando sus regalos en los calcetines colgados.

En el año 1087, las reliquias de San Nicolás serían trasladadas a la ciudad italiana de Bari, cuando un grupo de cristianos logran sacarlas en secreto de territorio turco donde se encontraban, ante la invasión de las fuerzas musulmanas. En esta ciudad se obtendrían tantos milagros al rogar la intercesión del santo, que su popularidad se extendería rápidamente por todo el continente europeo.

Posteriormente, en 1624 los inmigrantes holandeses fundan la ciudad de Nueva Amsterdamen la costa noreste de los Estados Unidos, en lo que hoy en día se conoce con el nombre de Nueva York, llevando consigo todas sus costumbres y mitos, incluyendo la Fiesta de San Nicolás o Sinterklaas, festividad que se celebra los días 5 y 6 de diciembre, y en la que se obsequian regalos a los niños.

En 1809, el reconocido escritor estadounidense Washington Irving publica una Historia de Nueva York contada por Dietrich Knickerbocker, un relato humorístico y satírico que tendría una gran acogida por parte del público, y en la que deforma la palabra neerlandesa Sinterklaas, sustituyéndola por la versión angloparlante Santa Claus. Una década mas tarde, el poeta Clement Clarke Moore publicaría un poema donde daría cuerpo al actual mito de Santa Claus, basándose en el personaje de Irving. En ese poema se mencionaría a un Santa Claus ágil como un duende, y que regalaría juguetes a los niños en la víspera de Navidad transportándose en un trineo tirado por ocho renos.