Capítulo 23
Comenzó a caminar con dirección al balcón. Quería ser él quién lo recibiera.
– ¡No! ¡Terry por favor te lo suplico! ¡Escóndete, y guarda silencio, te lo ruego!- “Parece no haber nadie”, susurraba otra voz. Anthony no venía solo.
– Es tan fácil como decirle en este momento exactamente lo mismo que me dijiste a mí, ¡que me quieres! – “¡Candy!”, gritó una tercera voz. ¡Por Dios, Stear y Archie lo acompañaban! Aquello podía terminar en una verdadera tragedia si no lograba convencerlo de que se escondiera.
– No, Terry, no es tan sencillo, ¡por favor, hazlo por mí! Te lo ruego. – De mala gana, obedeció, no le preocupaba el hecho de que Anthony se diera cuenta de su presencia, por el contrario, deseaba que así fuera, pero sabía que de provocar un escándalo, Candy no duraría ni cinco minutos más en ese colegio, la hermana Gray la expulsaría sin otorgarle la menor posibilidad de aclarar que en aquella situación ella no había tenido influencia alguna. Se recargó de espaldas en la pared que estaba junto al umbral del ventanal abierto que daba al balcón. Podría haber escogido otro lugar un poco menos expuesto, como encerrarse en el baño, pero Candy tenía la corazonada de que Terry quería escuchar cada palabra de lo que Anthony le dijera, y la respuesta que ella le diera. Por eso se adelantó a recibirlos, sin encender la luz, confiaba en que la oscuridad proveyera el camuflaje suficiente para ocultar la presencia de Terry. Se paró en el umbral del ventanal, con los brazos extendidos y las manos asiendo con fuerza cada una de las orillas, su única misión era impedir a toda costa que Anthony, Stear o Archie pusieran un pie dentro de su habitación, o que Terry saliera.
–Anthony, ¿qué haces aquí? Si alguien te ve…
-Por eso decidimos acompañarlo – agregó Archie sentándose en la orilla del balcón, enganchando las piernas para ayudar a Stear que presentaba serias dificultades para trepar hasta ahí – si algo sale mal, por lo menos el castigo será repartido entre los tres, y todos atestiguaremos que tú no tuviste absolutamente nada que ver.
-Insistí en que esto era muy arriesgado – Stear suspiraba aliviado por finalmente tener suelo firme bajo sus pies – no solo por arriesgarnos a un castigo, también a rompernos un par de huesos. Pero Archie tiene razón, no íbamos a dejar a Anthony solo en esto.
–Candy, ya no resisto estar así – trató de avanzar hacia ella, pero sin pensarlo, Candy extendió su mano derecha e una señal inequívoca que lo hizo detenerse. Dicho gesto no le agradó a Anthoy, pero Archie se percató de la molestia y prudentemente comentó.
-Hazle caso, Anthony. Si permanecemos aquí, técnicamente no estamos en su habitación.
-¡Date prisa Anthony! – Stear estaba sumamente nervioso- La cena casi termina, en cualquier momento los dormitorios empezaran a llenarse.
-De acuerdo, seré breve: lo siento mucho, Candy, y necesito que me perdones. La forma en la que te hablé el otro día fue completamente reprobable, nada justifica mi actuar. Pero, te ruego que me entiendas. ¡Ese tipo me desquicia! – Candy trataba de controlar el temblor que le provocaba, la caricia que Terry le proporcionaba en su mano izquierda, que tenía colocada en la pared detrás de la cual él se escondía -. Su forma de verte, de hablarte. El hecho de que no deja de acosarte y busca cualquier excusa para estar cerca de ti.
Pero ya lo entendí, mejor dicho, Stear y Archie me ayudaron a entenderlo, que el hecho de que yo no pueda controlarme y que ese tipo me haga perder los estribos, en un problema mío, no tuyo, y soy yo quien debo trabajar en ello. Solo, necesito que me digas, que todavía sigues sintiendo lo mismo por mí.
La caricia de Terry se había convertido en un fuerte apretón de mano. Candy debía decir algo, ¿pero qué? Algo que diera a Anthony una respuesta que lo dejara tranquilo, pero no provocara que Terry enloqueciera y saliera de su precario escondite en cualquier momento. No se le ocurría absolutamente nada que satisficiera ambos requerimientos.
-Además- para su suerte Archie decidió intervenir – ya le hemos dicho a Anthony hasta el cansancio que no tiene de qué preocuparse. Una cosa es que el idiota de Grandchester te acose todo el tiempo, y otra ¡muy distinta! Es que tú hagas caso de sus insinuaciones. ¡Deberías estar loca para hacerlo! Dejando al lado la aristocracia, el tipo es una persona terrible y solo puede arrastrar al su mismo camino de perdición y degenera, a la ingenua chica que se le ocurra acercarse a él, y tú, Candy, eres mucho más lista que eso
-¡El del golpe en la cabeza fue Anthony, no lo olvides! – Bromeó Stear- es por eso que su juicio está nublado. Pero, Candy, ustedes saben que nosotros los queremos y no nos gusta verlos pelear, mucho menos por gente, que no vale la pena. Deseamos verlos juntos y en paz.
-¿Entonces, Candy? – Preguntó Anthony, dando un tímido paso hacia ella - ¿Todavía me quieres?
- Sí Anthony, te quiero. – Se soltó de la mano de Terry y cerró la ventanal detrás suyo tan rápido como pudo -. Pero por favor, váyanse de aquí. Si alguien los ve, ME METERÍAN EN UN GRAN PROBLEMA- puso demasiado énfasis en las palabras tratando de que el mensaje fuera bien recibido por aquellos que estaban a la vista, y por quien permanecía en el anonimato- y estoy segura de que nadie quiere que eso pase.
-Tienes razón. Nos vamos. – Al despedirse, Anthony trató de colocarle un beso en los labios, Candy, adivinando sus intenciones, logró girar su rostro en el último instante logrando que aquel beso terminará en su mejilla derecha
-¡Tranquilo, galán! – Gritó Archie en medio de risas -. No abuses de tu suerte.
Anthony sonrió un tanto apenado, y con aquella sonrisa se perdió en la oscuridad de las ramas de los árboles, siendo seguido de inmediato por sus leales primos. Candy entró a su habitación y en un tiempo record logró poner seguro y bajar las cortinas del ventanal, antes de que la tomaran por el brazo y la obligaran a girar.
-¿Quieres decirme qué demonios fue todo eso?
-¡Terry, por favor, vete de aquí! No tengo fuerzas para seguir lidiando con esta situación. – Pero él no estaba dispuesto a marcharse sin antes resolver la incógnita que le carcomía el alma.
-Acabas de decir que me quieres, ¿y ahora le dices lo mismo a él? ¿Por qué no le dijiste la verdad?
-¡Esa es la verdad! – La maldita y cruda verdad. “Honesta. ¡Por favor, sé honesta! Con lo que quieres, y con lo que sientes. ” Las palabras de Albert no dejaban de sonar en su mente. Y por más que el hecho que la avergonzara, por más que se odiara y reprochara por sentir eso, y sobre todo, por más que le doliera, a ella, y a él, esa era la verdad, amaba a ambos. –Amo a Anthony, él es mi novio y he prometido casarme con él.
En su rostro, Terry reflejaba el absoluto desconcierto, y el dolor que le causaba dicha confesión - ¿Lo que dijiste?- le costaba articular las palabras- ¿No significa nada?
-Lo que dije fue cierto, Terry. Surgió desde el fondo de mi corazón y aún contra mi sentido común. Dije que te quiero y es cierto – desconocía de dónde le salía el coraje y la determinación para decir esas palabras sin desfallecer, pero estaba decidida a hacerlo – por eso también dije que no sé en qué momento empecé a hacerlo y la verdad es que lo desconozco. Y sobre todo, lo más importante, dije que estoy consciente de que ¡no debería hacerlo!
-¿Eso qué significa, Candy?
-Significa que estoy consciente que no debería tener ningún sentimiento por ti, Terry. Y que haré todo lo posible, por extinguir éste inexplicable sentir.
-¡Candy, yo te amo!
-¿Y cómo puedo estar segura de eso? Lo único que has hecho desde que nos conocimos es competir contra Anthony y molestarlo, yo, soy lo de menos, solo te interesa fastidiarlo.
-¡Candy, eso no es cierto!
-¡Tú mismo me lo repetiste infinidad de veces, Terry! ¿Ya se te olvidó cuando me dijiste que no era divertido tratar de seducirme si Anthony no estaba presente? Perdía la gracia. Y ahora, solo quieres divertirte diciéndole que “ganaste”.
-Está bien, lo acepto, dije eso. Y también acepto que en su momento, era cierto. Pero no puedes negar que desde el primer momento en que te vi, me gustaste, demasiado y que desde entonces no he podido dejar de pensar en ti. Me enamoré, y tampoco estoy seguro de en qué momento fue, pero te amo Candy, y no serás capaz de convencerme ni convencerte a ti misma de lo contrario.
-Que te gusto, me queda claro. Tus constantes insinuaciones no dejan lugar a duda y tu interés es obvio, divertirte. Pero eso no es amor, Terry. El amor es apoyo, respeto, confianza y estar siempre el uno para el otro, incluso en las situaciones más adversas, justo lo que Anthony y yo tenemos. Ahora vete de aquí, en este preciso momento.
-Parece una relación de ensueño. Resulta un poco extraño que teniendo una relación tan “perfecta” te hayas enamorado de mí.
-Es extraño, lo sé. Pero es un sentimiento que me esforzaré porque desaparezca. Esto acaba hoy, y ahora.
-¿Dices que no puedes estar segura de mi amor, pero me niegas la oportunidad de demostrártelo?
-Así será mejor, Terry, para todos.
-Sabes perfectamente que podría hacer que te tragaras todas y cada una de tus palabras en este preciso momento- la tomó por la cintura y la atrajo con brusquedad hacia él- con besos y caricias que quebraran tu voluntad y te hicieran olvidar cualquier tipo de promesa. Pero eso no te convencería – sus labios casi rozaban los de ella. Candy odiaba reconocer que Terry tenía razón, temía que si la besaba, su voluntad se esfumara –. Y yo necesito que estés completamente segura, de que mi amor por ti, va más allá de una absurda competencia de egos varoniles. Así que, aunque me muera por besarte –mordía sus labios tratando de contener aquel inmenso deseo – no lo haré. Hasta lograr cambiar esa absurda idea que tienes en la mente, porque cuando eso pase, estoy seguro de que serás tú misma quien me pida que te bese.
Se alejó con dirección a la puerta de su habitación.
-¿No has escuchado nada de lo que te dije? – Se sentía furiosa y frustrada, aunque no podía identificar con exactitud el motivo de su enojo, solo sabía que su presencia, siempre la descontrolaba. - ¡Se acabó Terry, tú y yo nunca nos volveremos a ver!
-Por supuesto que te escuché, Candy. Y estoy muy consciente de que tú no piensas brindarme la oportunidad de volverte a ver. Pero no me preocupa en absoluto, siempre he sido capaz de crearme mis propias oportunidades. Nos veremos pronto, mi amor.
Colocó el seguro a la puerta en cuanto él se marchó. Nunca más volvería a dormir sin echarle seguro a la puerta o al ventanal, aunque dudaba que eso lo fuese a detener. ¿A qué se referiría con aquello de “crear sus propias oportunidades”? Presentía que pronto lo descubriría.
Podía imaginarlo, caminando por el corredor con ese aire de superioridad y aquella media sonrisa en su rostro que tanto la irritaba, sin la menor preocupación porque alguien lo fuese a descubrir, se sabía “superior” al resto de los mortales. ¡Por Dios, era tan irritante! ¿Cómo se atrevía a ignorar su decisión? ¿Basado en qué? “Basado en que él sabe que tú quieres volver a verlo”, le contestó su voz interior, “en que lo amas y…” ¿Y qué más? ¿Qué era aquello más que sentía por él? ¿Eso que le provocaba su presencia? Esa fuerza magnética que la hacía querer estar muy cerca de él. Que había hecho que grabara cada detalle de su rostro en su memoria y con tan solo cerrar los ojos pudiera recrearlo a la perfección, de la misma forma que las sensaciones que habían dejado en sus labios aquel furtivo beso.
¿Deseo? Ni siquiera estaba segura de qué significaba eso, solo sabía que debía extinguir dicho “deseo”.
Día pesado, como todos los que transcurrían en ese lugar. El mar de clases y deberes acumulándose, Eliza tratando de burlarse y humillar a la menor oportunidad, tener que ayudar a la hermana Gray en su oficina. Apenas y tuvo un par de minutos para ver a Anthony antes de tener que salir corriendo a alistarse para las asesorías nocturnas. Sentía que si continuaba a ese ritmo pronto iba a desfallecer, pero estaba decidida a mejorar sus calificaciones. La hermana Circe la esperaba con poco entusiasmo, se notaba cansada y nada emocionada por tener que dar clases extras a una alumna de bajo rendimiento hasta la media noche.
-Bien, Candy, comencemos – expresó un tanto resignada - ¿qué materia es la que te presenta mayor dificultad?
-Todas, hermana Circe - ¿para qué mentir?
-¿Todas? Dios mío, esto va a ser muy difícil. – La hermana Circe continuaba tocándose el rostro con expresión de hastío cuando una voz que provenía desde el umbral de la puerta la asustó.
-Espero no haber llegado tarde.
-¿Terrence? ¿Qué haces aquí? – Candy había estado a punto de preguntar lo mismo, pero al parecer la presencia de Terry causó el mismo desconcierto a ambas.
- ¿No es evidente, hermana Circe? – Comenzó a caminar hasta estar frente a la religiosa, Candy permanecía en su pupitre observando toda la escena con los ojos muy abiertos-. He venido a las asesorías de clases.
-Tú no necesitas asesorías, Terrence.
-¿No? Hermana, estoy repitiendo el primer grado escolar cuando se supone que ya debería haber egresado, y todo porque “reprobé” los exámenes finales el año anterior.
-Terrence, todos sabemos que eso fue…
-¿Una vil mentira, hermana Circe? Por supuesto que lo fue, por lo que comprenderá que no estoy dispuesto a otorgarles la oportunidad de que vuelvan a asegurar dicha tontería. Asistiré a estas asesorías como prueba de que mi esfuerzo académico no puede ser el motivo por el cual me retengan aquí un año más.
-No puede ser así, Terrence, la hermana Gray podría molestarse conmigo si se entera de que tú estás aquí sin su autorización.
-¿Conoce a mi padre, hermana Circe? Supongo que sí, es el mayor benefactor de este colegio. Entiendo su sano temor hacia el carácter de la hermana Gray, pero créame, se lo digo yo que he sufrido cientos de veces las duras consecuencias de su enojo, la directora del plantel es como un tierno corderito comparado con la furia del Duque Grandchester, ¿se imagina usted cómo tomaría mi padre que en el colegio al cuál el realiza grandes donaciones todos los años se le niegue la ayuda académica a su hijo? – La hermana Circe comenzó a temblar, el miedo la invadía-. Pero yo no quiero perjudicarla, ni con la directora ni con él, así que usted deme las asesorías, y ambos guardaremos el secreto. Mejor dicho, los tres los haremos, ¿verdad, Candy? –Candy guardó silencio, ella no podía impedirle que asistiera, pero comentarlo con alguien, solo le acarrearía problemas- ¿Ve hermana Circe? ¡Eso es compañerismo! Entonces, ¿comenzamos?
Tomó una silla y la arrastró hasta el mismo escritorio donde Candy estaba, a pesar de que había por lo menos otras diez mesas vacías. La hermana Circe meditó su situación un par de segundos y terminó por aceptar que no tenía otra alternativa, dijo que no había traído material suficiente para otro alumno y abandonó el lugar para ir a conseguirlos, amenazándolos con regresar de inmediato y que ellos debían guardar la compostura.
-Tú no necesitas estar aquí Terry- dijo Candy en un susurro aprovechando la ausencia de su profesora.
-Pero tú sí – sonreía, completamente complacido, por haberse salido otra vez con la suya – y yo pienso ayudarte. Te lo dije, Pecas, que iba a crear mis propias oportunidades.
Qué chevere que hagas fics!!! Por qué no publicas todos los capítulos? Tienes cuenta en discord?
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Lo que pasa es que los estoy publicando aquí porque de Ff me los robaban. (allá están los otros 22) pero justo estaba pensando en publicar todos, no, no conozco discord, cuéntame más
Posted using Partiko Android
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https://discord.gg/vx8xcQF create una cuenta aqui, ponte el alias igual como lo usas en steemit, y alla hablamos mejor para yo orientarte en cuales comunidades promocionar tus post y que etiquetas usar. <3 me avisas por facebook, aqui no te aconsejo mucho comentar porque te quedas sin power y tienes que esperar como 4 dias para que se recargue.
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