Stravaganza - Capítulo 26

in stravaganza •  6 years ago 

Capítulo 26

Otra vez amanecer con remordimientos. Otra vez la vista perdida en el techo y nulas ganas de levantarse a enfrentar un nuevo día. Otra vez esa delgada línea, bastante difusa, entre hacer lo que se debe y lo que se desea. Otra vez tener la sensación de sus labios sobre los suyos, tan intensa como la noche anterior. Otra vez el: estuvo mal, pero se sintió tan, tan bien.

Terry… eterno, radiante y desafiante Terry.

Su sonrisa, su aroma ¡su voz! Agentes debilitantes que le debilitaban la voluntad, y detonantes de sensaciones y emociones que nunca antes, siquiera había imaginado que fuera capaz de sentir. Deseos que la avergonzaban, que la aterraban, que no la dejaban dormir por las noches, Deseos que ni sometida a la peor tortura medieval, sería capaz de confesar ante nadie, ni siquiera ante él.

“Hay promesas que vale la pena romper”. Las palabras de Terry pronunciadas la noche anterior, justo antes de que él le desarmara la voluntad con una sesión de apasionados besos, seguían haciendo eco dentro de su mente.

Al final había huido. Presa del pánico que le provocaba la forma que Terry tenía de unir su cuerpo al suyo, el potente latir de su corazón acelerando al tiempo que lo hacía el suyo, la fuerza que Terry imprimía a sus manos que se aferraban a la espalda de ella, de los deseos que despertaban dentro de su ser que ella no era capaz de entender. Huyó de ese beso que terminó en una suave mordida.

Huyó. De él, de ella, de lo que sentía cuando estaban cerca. Huyó dejando atrás a un Terry que sonreía pletórico, mientras se acariciaba el labio inferior deleitándose en las sensaciones que esos besos prohibidos, casi delictivos, dados únicamente con la luna como testigo, le habían obsequiado.

Hay promesas que vale la pena romper…

¿Incluso las promesas de amor? ¿De espera? ¿De lealtad? ¿De fidelidad? ¿Las promesas hechas con el corazón, cuando creías que nada, ni nadie, ni ene panorama más adverso, podían hacer cambiar lo que sentías en el momento en que lo prometiste?

Esa ya la había roto, hace mucho. Desde que Terry comenzó a permearse en su corazón. La primera vez que le fue imposible desviar la mirada de la belleza de su rostro, desde que al cerrar sus ojos lo único que veía era su rostro, desde que comenzó a soñar noche tras noche con él.

Esa promesa la rompió desde mucho antes de que Terry le robara el primer beso, cuando robó su corazón.

Debía terminar con todo ese asunto, de inmediato. La gran incógnita era: ¿cómo?

Había una que no estaba dispuesta a romper, y esa era la de acompañar a Paty a que constatara con sus propios ojos la mejoría de July. Aunque Candy se había pasado toda la semana asegurándole que July no podía estar en mejores manos, que Albert la cuidaría igual o mejor que ella, que July debería estar feliz paseando con total libertad acompañada de otras tortugas, sabía que Paty no estaría tranquila hasta verla y constatar su mejoría con sus propios ojos.

Annie había telegrafiado a sus padres y logrado convencerlos para que la autorizaran a acompañar a las chicas al zoológico, alegando que un miembro de la familia Andrew las acompañaría en todo momento, salvaguardando su integridad. Por supuesto, olvidó mencionar, que el miembro de la familia Andrew al cual se refería, era Archiebald Corndwall.

Patty estuvo a punto de desmayarse cuando se enteró de que Stear también iría con ellas en aquella visita. Abrió mucho los ojos, enrojeció hasta la coronilla, era incapaz de articular una sola palabra y se aferró a una de los postes de su cama con tanta fuerza que Candy estaba segura de que necesitarían pedirle al viejo jardinero del colegio alguna herramienta, un azadón por ejemplo, ya que solo así lograrían separarla de su cama.

Pero la idea de Annie sonaba un tanto mejor; con la dulzura y calma que la caracterizaba, logró convencerla alegando que seguramente July debía estar desesperada y deseosa por verla y que ella no podía dejarla plantada. Aquel argumento le arrancó un par de lágrimas, que limpió con velocidad para después asentir pausadamente con la cabeza. Estaba decidida a no dejar esperando a su amada amiga / mascota, aunque eso no impidió que cambiara de opinión por lo menos en cinco ocasiones a la largo de la semana.

Terry continuaba asistiendo a las asesorías puntualmente noche tras noche, con el único propósito de ayudarla, y contemplarla. Aunque después de lo ocurrido entre los dos, ella no era capaz de mirarlo a los ojos, Terry sentía una particular fascinación por observarla en silencio, a una prudente, pero cercana distancia, y de realizar extraños experimentos como el saber qué tan cerca tenía que estar de Candy para que a ella se le elevaran los vellos del brazo. O el de contabilizar el número de sus pecas y constatar si ella había adquirido más desde la última vez que la molestó por aquel particular rasgo físico y en su defensa, ella le había asegurado que estaba pensando seriamente en adquirir más.
El número seguía siendo el mismo, según Terry llegó a confirmar.

Y aunque la hermana Circe cada vez con más frecuencia, delegaba en Terry la encomienda de acompañar a Candy hasta su habitación, siempre asegurando que los alcanzaría en un momento, la mayoría de esas caminatas nocturnas las realizaban solos y en absoluto silencio. Terry no había vuelto a intentar ningún tipo de acercamiento o contacto físico con ella.

En el fondo, Candy lamentaba ese hecho.

Por su parte Anthony estaba feliz y relajado, como Candy nunca lo había visto desde que ambos llegaron al colegio San Pablo. La esperanza que le brindaba el hecho de que ambos (mejor dicho, todos) pudieran pasar el siguiente domingo juntos, le hacía las cosas mucho más llevaderas, que ni siquiera se había quejado que durante la semana, no hubiese podido ver a Candy más que escasos cinco o diez minutos antes de que ella tuviera que salir disparada a realizar el sinnúmero de obligaciones que tenía asignadas. A Anthony no le importaba nada, solo deseaba que el tiempo transcurriera rápido, y así fue.

Las mañanas se tornaban cada vez más frías, los árboles con menos hojas y el aire se sentía como navajas congeladas torturando tu piel. El otoño casi terminaba, y el invierno amenazaba con llegar pronto, pero esa mañana dominical, el lucía como un hermoso día de primavera.

Anthony la esperaba a una cuadra del colegio, con el pie derecho recargado en la pared de la esquina luciendo un elegante, pero casual traje color verde agua; reía a causa de algún intrépido comentario expresado por Archie, y aunque Candy pensó, al verlo sonreír, que seguía luciendo igual de hermoso que en épocas pasadas, debía reconocer, que él también había cambiado.

Lucía más alto, fuerte, y maduro que cuando lo conoció, y aunque seguía poseyendo esa tierna mirada y sonrisa dulce, su aspecto exterior comenzaba a dar paso a la imagen previa y bastante cercana, del hombre gallardo y gentil que llegaría a ser, ahora que la vida le había otorgado una segunda oportunidad de hacerlo.

-Hola – se adelantó a saludarla, y venciendo la timidez, se atrevió a tomarla por las yemas de los dedos.

-Hola – le devolvió el saludo con una sonrisa - ¡Hola chicos! Creo que todos ya conocen a Annie Brither.

-No lo suficiente – contestó Archie dedicándole a Annie un coqueto guiño.

-Y…- Candy jalaba con fuerza a Patty del brazo, ya que esta se resistía a salir de su improvisado escondite a espaldas de Annie – quiero que conozcan a Patricia O´Brien. Ella es la dueña de July, la tortuga que iremos a visitar al zoológico Blue River.

-Un placer…tortuga. ¡No! ¡Es decir, July! ¡No, yo no quería…!

Todos reían viendo cómo Stear había adquirido un color cercano al escarlata y no dejaba de tartamudear tratando de emitir algo parecido a una disculpa, hecho que hacía temblar a Paty más que el viento gélido de aquella mañana.
El camino hasta el zoológico tomó más tiempo de lo habitual, debido a la curiosidad que les causaba vislumbrar cualquier aparador, un puesto de golosinas o algún paisaje particularmente colorido. Era motivo suficiente para divagar y perderse en las pequeñas banalidades que les obsequiaba aquel maravilloso día.

Después de un par de maravillosas horas, finalmente llegaron al zoológico. Y aunque a Patty le urgía salir corriendo a encontrase con su amada tortuga, la invitación de Stear para recorrer las distintas secciones del zoológico, la sedujo.
Entre hermosas aves de países más cálidos, imponentes felinos, peligrosos reptiles, las horas pasaron volando. En cierto rincón un tanto apartado, Archie se disculpó diciendo que Annie y él tenían una “conversación pendiente”. Stear le brindaba a Patty una detallada explicación referente a cómo él podría mejorar en un santiamén, el mecanismo de alimentación en la jaula de los oseznos, implementando un par de inventos de su propia autoría.

-Al fin solos – tomó a Candy de la mano impidiendo que avanzara. El contacto de su mano era agradable, pero Candy no podía evitar pensar que se sentía “extraño”.

-Sí – contestó con nerviosismo tratando de soltarse de su agarre.- Deberíamos de adelantarnos y…

-O podríamos aprovechar este momento de privacidad – se acercó con lentitud hacia ella. Candy giró fingiendo estar muy interesada en el brandal que rodeaba la jaula de las guacamayas.

Anthony exhaló resignado, sabía que la cercanía que él tanto deseaba, Candy no estaba dispuesta a brindársela. - ¿Ya sabes si viajarás a América con nosotros? – dijo solo por romper la tensión entre ellos.

-La hermana Gray me acaba de informar que el abuelo Williams le ordenó que permaneciera en el colegio e insistió en que no dejara de asistir a las asesorías de clase. Supongo que no quiere que lo que paga por la colegiatura sea dinero tirado a la basura. Por lo menos no me quedaré sola.

-¿A qué te refieres?

-Patty tampoco viajará a América. La salud de su madre es un tanto delicada, por fortuna ya está estable pero parece que eso le ha ocasionado muchos gastos a la familia. Annie dice no tener ganas de realizar un viaje tan largo, además de que sus padres la acaban de visitar el mes pasado, así que les pedirá pasar las vacaciones aquí. Ambas sabemos que solo lo hace por solidaridad, pero nos alegra tener compañía.

-Te extrañaré mucho. ¿Prometes que pensarás en mí?

-Por supuesto que pensaré en ti, Anthony.

La última sección del zoológico, inaccesible para la mayoría de los visitantes, era la vieja cabaña del vigilante, que fungía como hogar y consultorio de animales. Candy se adelantó presurosa hacia la puerta de tan precaria construcción, pero un par de pasos antes de llegar a su destino, Anthony volvió a tomarla de la mano y no parecía estar nada dispuesto a soltarla.

-¿Tú? ¡Aquí! – fue el grito visceral que surgió de la boca de Anthony al encontrarse en aquella pequeña cabaña a la persona menos deseada.

-Hola, Anthony – Terry sostenía en sus manos a la pequeña July mientras con el dedo recorría la textura de su caparazón.

-¡Ni siquiera en nuestro día libre dejas de molestarnos! ¿Cómo supiste que estaríamos aquí? ¿Acaso ustedes…? ¿Ocupan este sitio para sus citas, Candy?

-¡Anthony! ¿Cómo puedes pensar que…?

-¡Parece más que evidente!

-Tranquilo, hermano – Archie trataba con poco éxito de tranquilizarlo, pero Anthony no escuchaba razones.

-Deja de creerte tan importante, ¿quieres? No estoy aquí ni por ti, ni por ella.

-¿Por qué otra razón estarías en este lugar?

-Porque yo se lo pedí.

-¡Albert! – gritaron los hermanos Corndwall al unísono al verlo entrar.

-Hola, chicos, me alegra verlos. A ti también, Anthony.

-¿Tú conoces a este tipo? – Le preguntó Anthony en un tono que sonaba más a reproche.

-Claro, es mi amigo.

-Deberías elegir mejor a tus amistades.

-Las elijo basado en forma que se comportan conmigo, no con los demás.

-Parecía estar esperando….

-¿A que yo regresara? Justo como se lo pedí. Tenía cosas que hacer y no quería dejar a July sola, así que le pedí a Terry que la cuidara hasta mi regreso. Por cierto, Candy, tú no me has saludado. – Y aunque Anthony puso un poco de resistencia en soltarla de la mano, esto no fue impedimento para que Albert la atrajera hasta sus brazos propinándole un caluroso abrazo.

Terry aprovechó quedar oculto de la vista del resto de los visitantes detrás de la espalda de Albert para hacerle a Candy la señal de lanzarle un beso.

Aquella reunión no iba a terminar nada bien.

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😊😊😊😊 Terry!! Terry!! Terry!! ❤️ los celos de Anthony están mas cada día!! ... Kamy, no nos dejes en el abandono!! Jajajaja espero con ansias el siguiente capítulo!! 🙈

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Muchas gracias por leer Karen espero ya no tener ausencias tan largas 🌼

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