Una inspiración de infancia

Era un niño cuando me maravilló el spokon de fútbol mal llamado en latino América "Súper Campeones" o "Capitán Tsubasa" de Yōichi Takahashi, que por esos años era transmitido por Megavisión en mi país, Chile.

Para mí era fabuloso conocer la historia que nos presentaba a Oliver Atom o Tsubasa Ōzora (nombre real japonés), un niño que cuando jugaba fútbol demostraba ser un prodigio jamás visto en la tierra del sol naciente, quien tuvo la fortuna de conocer y ser guiado después por Roberto Sedinho, ex futbolista profesional y número "10" de la selección absoluta do Brasil, quien fuera inspirado por el gran y mítico "Doctor" Sócrates.

Aquel anime en su primera versión era bastante romántico, dibujado a mano, con una ya legendaria como nostálgica banda sonora y sobre todo muy atractivo culturalmente, ya que nos adentraba a tradiciones japonesas en muchos aspectos mientras nuestro país se volvía abrir al mundo después de aquel biombo socio-económico que experimentamos tras la dictadura de Augusto Pinochet.

Me resultaba encantador ser testigo, a través de una vieja pantalla de televisión que usaba perillas y antena analógica, como Oliver competía con mucha pasión aspirando en el futuro convertirse en un futbolista profesional en la tierra de Pelé. Por supuesto, aquel sueño me inspiraba y por esa razón en el interior de nuestra antigüa ex casa, en pleno barrio puerto en Valparaíso, practicaba una y otra vez el famoso disparo del "remate" o tiro sudamericano de la estrella del "Niupi" o Nankatsu (nombre real de la escuela de Oliver), en un largo y estrecho pasillo que usábamos mis hermanos, familiares y amigos como una verdadera cancha de fútbol.

Pero el tiempo fue pasando y a medida que yo iba creciendo cada vez más Súper Campeones me fue pareciendo un mal spokon, en donde aquella magia y admiración que Oliver causó en mi más inmediata niñez se fue perdiendo porque él al final del día no representaba, por decirlo así, a un posible futbolista de verdad.

Oliver es un personaje de ficción, de eso no hay dudas, sin embargo me iba pareciendo absurdo que siempre tuviera que ganar, que fuera capaz de derrotar a jugadores más competitivos e incluso fuera capaz de imitar sus técnicas con tan solo verla una vez y lo más irritante, algo que de verdad superaba sus saltos hasta el cielo, su súper velocidad de poder estar en el arco rival y en un segundo después aparecía de la nada salvando un gol rival, es que nunca parecía cansarse, perder el control ni mucho menos sentirse frustrado dentro de un campo de juego. Oliver era el personaje menos humano de su serie, en simples palabras, que finalmente ya no te podía gustar en comparación a otros, los "secundarios", que padecían lesiones, frustraciones, desamores, anhelos, infortunios, autosuperación o sencillamente, una historia más relevante que el mismo protagonista.

Oliver representaba toda la exageración posible de un prota de anime que el guión ayuda con increíbles power up para que pueda sortear toda clase de peligros y aquel spokon fue perdiendo aquel encanto inicial cuando volvía aparecer un remake de cero, cada vez peor dibujado y mostrando a un Tsubasa cada vez más enajenado con el fútbol dejando muy en el olvido las historias de sus amigos que al parecer no tienen cabida ya en esta historia. Oliver es el Gokú del shōnen, pero spokon, por decirlo así.

Tal ves todo esto es un claro ejemplo de la vida, ¿no?, aquel que dice que a medida que vamos creciendo van cambiando nuestros gustos y esas cosas, y en este caso hablar de Súper Campeones lo es ¿Qué opinan ustedes? Sin embargo, en este primer artículo de Steemit que he escrito deseaba hablar sobre esta serie que fue muy importante para mí, ya que me abrió al mundo de la literatura, dibujo y de la fantasía.

PD: El dibujo es un fanart, realizado por mí.