Hurgando en la chispa divina (Intento de prosa existencialista).

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Recorro los espacios que me dan una cálida sensación, un transeúnte sin rumbo conocido pero extasiado en las percepciones que me dan estos lugares. He llegado a pensar que he sido un caminante transmilenario, que como un decidido vagabundo, pasea todas las locaciones que han pasado por su mente, peregrino eterno que sostiene diálogos con los mas insospechados personajes.

En algún rincón de la inmensidad se guardan secretos del espíritu, y justo allí, donde acaba el universo conocido, comienza la aventura llamada vida, rodeada de flamas infinitas y el susurro de algún dios, se cuela en la fibra de la existencia misma hasta impregnar las cosas inanimadas impartiéndoles esencia y realidad.

Entre tumbos y jolgorio aparece un pequeño en cualquier lugar de este vasto territorio haciendo las delicias de quiene creen que lo han concebido, pero no, la verdad es otra. Un soplo de vida, la chispa divina se plasmó allí en esa pequeño trozo de carne y huesos, sonrisas y llanto por el capricho mismo de un determinismo aplastante.

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Ironía infinita que perpetúa la especie y desvirtúa la cordura, aunque enriquece el amor. Una fuerza que motoriza nuevamente las ansias de existir, un mecanismo sin fin que en pertinaz repetición se empoderó de este planeta azul.

Se oyen los ecos de esos seres que desde un antiguo pasado declaran una oda al privilegio de vivir, aclaman al ser recién llegado dándole soberanía sobre las cosas que no pudieron lograr, tal vez fue el destino, que burlándose en secreto, se propone nuevamente demostrar su gama de obstáculos y zancadillas a ese pequeño humano que al principio e inocentemente pone su fe en él.

Aunque hay algo cierto...esa es la riqueza de esta realidad, no todo es tristeza y crueldad. Son esos interminables contrastes los que preceden a la gloria misma del ser. Hay momentos deliciosos, sublimes, lúdicos, primaverales, llenos de tanta emoción y sentimientos que se atesorarán en ese mecanismo de salvaguarda divino que poseemos: la memoria. Bóveda secreta que usamos a nuestro antojo, caudal de percepciones que surge como un torrente y nos consuela en cada ruta truncada.