¿Qué he visto? El castigo sin venganza de Lope de Vega

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OPINIÓN

Los clásicos se nos pueden atragantar, porque desde el siglo XXI no podríamos entender el contexto de lo que se nos está contando, pero El castigo sin venganza de Lope de Vega, que nos ha traído la Compañía Nacional de Teatro Clásico al teatro Cuyás, ha sido todo un acierto, ya que ha conseguido poner en el escenario una obra magnífica, que nos ha mantenido con la atención puesta en el desarrollo de la obra sin apenas parpadear.

Sin ningún género de dudas, la Compañía Nacional de Teatro Clásico ha hecho un extraordinario trabajo en todos los sentidos, desde la puesta en escena hasta el trabajo inconmensurable de los actores y ha sido un total acierto tomar este texto, trabajarlo como lo han hecho y ponerlo en escena, porque con ello han hecho más grande el teatro.

Fuente del vídeo: página de Youtuve de la Compañía Nacional Teatro Clásico.

LA PUESTA EN ESCENA

La puesta en escena no se ha quedado atrás en el montaje de El castigo sin venganza, porque, desde que suben el telón, te percatas que detrás hay un trabajo concienzudo, en el que se ha trabajado hasta el más mínimo detalle, desde la traslación de una escena a otra hasta la iluminación.

Encima del escenario los elementos escenográficos han encajado a la perfección, cada pieza en su sitio, con un encaje sin estridencias ni desvaríos.

LOS ACTORES

Ya comenté que los actores, Alejandro Pau, Fernando Trujillo, Joaquín Notario, Lola Baldrich, Nuria Gallardo, Rafa Castejón, Carlos Chamarro, Beatriz Argüello, Javier Collado, Anna Maruny e Iñigo Álvarez de Lara, han realizado un trabajo extraordinario, catapultado a esta obra de Lope a ese olimpo de los Dioses que los espectadores tanto echamos de menos.

No quiero dejar de destacar el trabajo actoral de Beatriz Argüello, que se pone en la piel de Casandra, con un nivel de exquisitez abrumador y con unos matices interpretativos grandiosos.

También Rafa Castejón, que interpreta a Federico, pone sobre el escenario todas sus herramientas actorales, para ir de menos a más, hasta llegar al culmen final.

Sin lugar a ninguna duda, Joaquín Notario, el Duque de Ferrera, nos brinda una interpretación magnífica, sobre todo en las escenas finales, en las que se entrega de una manera total a su papel y ya no sabemos dónde está el actor y dónde el personaje.

LA DIRECCIÓN

La dirección de Helena Pimenta, en mi opinión, ha sido perfecta porque ha sabido dirigir de una manera óptima todos los elementos que conforman esta obra, pasando por la dirección de los actores hasta todas las partes que la conforman y que contribuyen a llevarnos la grata impresión de un trabajo muy bien hecho.

Cierto es que llevar a un clásico a escena no es un trabajo fácil, porque tienes que lidiar con multitud de obstáculos que te pueden arruinar la obra, pero Helena Pimenta los ha sabido sortear sabiendo que tenía los mimbres necesarios para triunfar y, no cabe duda, que lo ha hecho.

El TEXTO

Alvaro Tato contaba con la mejor base, uno de los mejores textos de Lope de Vega, «Es una obra maestra» dice. Un texto que contiene los elementos para hacer una versión estupenda y que es la base sobre la que se construye esta sobresaliente propuesta teatral.

SINOPSIS

El Duque de Ferrara toma como esposa a Casandra, una mujer hermosa, que será la madrastra del Federico, hijo bastardo del Duque de Ferrera. Federico se enamora perdidamente de su madrastra y esta le termina correspondiendo. Ahí comienza la tragedia.

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