Lo bueno de mi adolescencia es que siempre fui una persona muy feliz, incluso todavía lo soy jajaja.
Me gustan las reuniones familiares, esa, donde no se aprecia una gota de silencio porque todos hablan a la vez, donde los primos se juntan para echar cuentos hasta tarde y reírnos unos de los otros. Ese amor incondicional y esa unión única deseo que abunde siempre en cada familia.
Esta foto fue tomada desde mis archivos, recordando una tarde bonita en casa de mi hermana.