¿Has oído hablar de la Cábala? Ésta es una tradición mística muy antigua dentro de ciertas corrientes del judaísmo.
Uno de sus elementos más representativos es el de árbol de la vida o árbol sefirótico. Según la cábala, la luz divina va emanándose por diferentes dimensiones o planos de existencia hasta llegar a la esfera de Maljut, nuestro plano físico donde la energía es más densa.
El árbol de la vida cuenta con 10 sefirot o dimensiones que se pueden relacionar a diferentes aspectos del universo así como a diferentes aspectos de nosotros mismos. Estas sefirot están conectadas por varios canales o senderos de sabiduría, concretamente, 22... ¿te empieza a sonar este número?
Estos senderos originariamente correspondían a las mágicas 22 consonantes del alfabeto hebreo con las que Dios creó el universo, según la tradición. Sin embargo, el tiempo y la alquimia de cada momento llevaron al bueno de Eliphas Levy a relacionar estas 22 letras a las 22 cartas de los Arcanos Mayores de nuestra querida baraja de Tarot.
Así, además de la adivinación, la iconografía simbólica, el conocimiento y la didáctica, el Tarot se convertía en una herramienta más de una tradición milenaria que observa en cada naipe la evolución que sigue el individuo a través de cada sendero, su aprendizaje para llegar a una comunión con un todo divino.