¿Admiración o respeto?

Por @latino.romano

“Siempre es más valioso tener el respeto que la admiración de las personas”.Esta frase se atribuye a Jean Jacques Rousseau y nos invita a pensar en dos cosas muy atesoradas hoy en día por la gente. Todos los días actuamos de maneras diferentes, realizamos actividades, emitimos opiniones e interactuamos con los demás, con el resultado de obtener o disminuir o la admiración o el respeto de las otras personas hacia nosotros.

La admiración en sí misma no es mala o incorrecta. Admirar significa contemplar con interés y placer algo de cualidades sobresalientes, es una acción que puede ser honorable cuando lo que se admira lo merece o se hace por motivos decentes. Así puede entenderse en la siguiente frase de Albert Camus:

“En el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio”.Pero es bien sabido que suele abusarse de esta noble intención y muchos buscan admiración por medios y razones inapropiadas.

Exigir admiración o tomar un curso de acción que dé a entender que se nos debe admirar suele causar el efecto contrario. El respeto por otra parte se define como la consideración y valoración especial que se le tiene a alguien o a algo, al que se le reconoce como digno de ser tolerado.

Es fácil notar la superioridad del respeto sobre la necesidad de admiración. Pero también puede buscarse ser respetado de manera incorrecta o incluso cruel.

Si deseamos ganar adecuadamente el respeto de alguien debemos comenzar por respetar a esa persona, por valorar y apreciar sus cualidades, por estimar su dignidad. La lisonja es una mala consejera en este asunto. Muchos son lisonjeros esperando que esto les gane aprobación de otros. El respeto genuino no necesita de adulación alguna.

Existen muchos valores y cualidades que cultivar. Siempre podemos elegir entre desarrollar buenas maneras o dejar salir lo peor de nosotros. La frase con la que inicia esta reflexión solo nos da una sugerencia, una idea en la que pensar, un pensamiento para meditar en cual dirección es la mejor para nuestras acciones. Si lo hacemos, no será muy difícil entender por qué el obrar dignamente siempre será mejor que la insistencia en ser admirado.