Perdón por la pausa, no me cortes con tus páginas afiladas, ya me disculpé, este es el último artículo de la segunda temporada del juego del diario, para unos es una despedida, mientras que para otros también es una despedida, ¿Qué más puede significar?

Antes de mostrar todo voy a hacerte un recuento.

Ese día fue muy corto, me levanté tarde, comí, jugué con mis primos y no pude ir al taller por el malestar. ¿De mi conciencia? Que te puedo decir… Estuvo paranoica todo el día por miedo a que se la comieran y dejaran su cabeza en el suelo, por eso no quería decirle. Ese día, cumplí un mes escribiendo en el juego del diario, motivo por el cual me compré una hamburguesa de panchitas burguers y un perro caliente para mis hermanos, junto con la deliciosa coca-cola, refresco que no puede faltar en este tipo de comidas. Los recomiendo.

El 22 y el 23 fueron muy parecidos, me levanté tarde y no pude ir al taller por culpa de mi malestar, comí, comí y comí, jugué con mis primos, mi conciencia no dejó de interrumpir por sus ganas de tener un nombre, uno que otro malestar adicional y momentáneo, jugar más con mis hermanos y… ¿Qué era lo otro? Ah, y los cientos de proyectos muy entretenidos que fueron frenados por la falta de estaño.

El 24 tampoco fue muy distinto que digamos, lo único que puedo decir es que esta vez sí pude ir al taller, lo que hice fue lo siguiente, terminar de planificar el modelo del proyecto radiecito. Mientras le metía cabeza a mi cabeza para el diseño, llegó un profesor muy amigo mío que me regaló otra corneta, ahora, necesito un diseño diferente ya que ahora le incorporaré la otra corneta, ¡Ya sé! (dije en aquel momento) Hice un diseño como el de la gran corneta que tenemos en la casa y se usa para el mariachi, Ya me lo imagino, aunque no me decidí por completo, hay que admitir que esta es una gran idea.