Cosas que hacer en Cuba.
Descansar en la playa.
De los mayores placeres de unas vacaciones en Cuba es disfrutar de sus playas paradisíacas y, ya que estamos, pocas hay más espectaculares que las que se encuentran en los cayos. Cayo Coco y Cayo Guillermo son el lugar perfecto para tumbarte al sol, para disfrutar de los deportes náuticos y para explorar un paisaje de playas defendidas por arrecifes coralinos, abundante vegetación boscosa y una rica biodiversidad. Aunque el turismo de la pulserita y el todo incluido no sean lo tuyo, no te puedes perder este rincón de Cuba con tanto encanto.
Subir a la torre de Manaca Iznaga.
Al sur de Cuba, en el Valle de los Ingenios, te encontrarás por un paisaje forjado por el cultivo de la caña de azúcar desde el siglo XVIII. De todas las plantaciones que un día poblaron la zona, destaca la hacienda de Manaca Iznaga, en la que se conservan la casa del dueño, una espectacular torre y algunos de los barracones en los que vivían los esclavos que trabajaban la tierra. Además de explorar el pasado colonial, no te puedes ir sin subir hasta lo más alto de la torre de 45 metros que, un día, fue la estructura más alta de Cuba. A sus pies te encontrarás con la torre que la coronaba y con la que se anunciaba el principio y el fin de la jornada laboral. Si no te apetece mucho andar o complicarte para llegar, toma el tren de vapor que recorre el Valle de los Molinos de Azúcar y bájate en la parada de Manaca Iznaga.
Hacer submarinismo.
Cuba es un lugar increíble para hacer submarinismo (o esnorquel). Sus fondos marinos son espectaculares y están poblados por tal cantidad de especies de peces que disfrutarás como nunca. Si no sabes por dónde empezar, a dónde dirigirte o cómo hacerlo, las mejores sitios para bucear en cuba son Maria La Gorda (en Pinar del Río, al oeste de Cuba y con naufragios del siglo XVIII), Cayo Levisa (a una hora de La Habana, ideal para ver coral negro), Cayo Largo (al sur de la isla y muy protegido de las corrientes, así que es ideal para buceadores novatos), Playa Girón (en Bahía de los Cochinos) y Faro Luna (en Cienfuegos, al sur, con aguas transparentes). Prepara las bombonas, las aletas y haz una inmersión.
Hacer senderismo.
Pese a la fama de sus arenales, Cuba es mucho más que un destino de sol y playa. Su interior montañoso y verde es ideal para echarse al monte y hacer excursiones. Los amantes del senderismo disfrutarán de rutas y paisajes soberbios en los que poner a prueba su resistencia a la vez que exploran el interior de la isla. Una de las mejores zonas para los senderistas es Pinar del Río (además de la famosa Sierra Maestra). Te recomendamos, por ejemplo, que te adentres en el Valle de Viñales en una ruta de un día entero en la que podrás ver cómo se cultiva el tabaco de la manera tradicional.
Bailar y escuchar música.
Lejos de Varadero y de las turísticas calles de la hermosa Habana, la provincia de Matanzas permite catar mucho de la autenticidad cubana. Déjate llevar por el encanto decadente de la ciudad de Matanzas (la capital) y descubre tanto su encanto neoclásico como el ritmo que lo impregna todo. Si te gustan los ritmos caribeños, aquí disfrutarás como un niño ya que estarás en el lugar donde nacieron el danzón y la rumba. Callejea y saborea cada compás, cada eco de un bembé en el barrio de Marina y cada actuación callejera de rumba en la plaza de la Vigía por la tarde. Si no caes rendido a sus encantos, acércate a la espectacular ciudad de Colón, que tiene una de las plazas más bonitas y verdes de Cuba.
Montar a caballo en una plantación de azúcar.
La vida en Trinidad está todavía fuertemente vinculada al campo y sus rutinas. Quizás por eso los caballos están presentes en el día a día de esta ciudad colonial. Súbete a una de estas monturas para explorar el valle, los senderos a la sombra de los mangos o la cascada de El Pilón. Llévate el bañador y una toalla para poder darte un baño en la piscina natural que hay debajo de la catarata. ¡Te quedarás como nuevo!
Pasear por el Malecón de La Habana.
El Malecón es una de las imágenes más populares y conocidas de La Habana y, por supuesto, de Cuba. Esta gran avenida tiene un larguísimo muro de 8 kilómetros frente a la costa de la capital y es el lugar de reunión, encuentro y paseo de muchos habaneros. Además de sentir la brisa del mar, dar un paseo y contemplar los varios monumentos que se alzan en varios de sus puntos te recomendamos que te dejes embargar por la magia de un rincón tan especial.
Mezclarte con los locales.
Olvídate de las playas, la naturaleza, la música y el ron. Lo mejor de Cuba es su gente. Los cubanos son un pueblo que lleva el ritmo en la sangre y la sonrisa en la cara. Cercanos, amables, encantadores y tan hospitalarios que te sentirás como en casa, disfruta de la legendaria gracia cubana. Únete a una partida de ajedrez en la calle, a una clase de rumba improvisada, a un concierto surgido de la nada o a unos mojitos en la mejor de las compañías. No lo dudes ni un segundo.
Catar el ron cubano más delicioso.
Cuba es famosa en el mundo entero por muchos motivos pero uno de los más importantes es su excelente producción de ron. Este licor se puede tomar sólo o mezclado en alguno de los cócteles más conocidos. Aquí los mojitos saben mejor, el cubalibre es un trago inolvidable y el ron Collins toda una vivencia. Como beber con el estómago vacío no es bueno, antes de catar nada asegúrate de que sacias tu apetito con un buen plato de ropa vieja o un picadillo a la criolla. A nosotros ya nos está dando hambre…
Callejear por la Habana Vieja.
Las calles antiguas de la Habana transpiran historia, música, alegría y algo de nostalgia. La capital cubana es una maravilla con un casco histórico bellísimo, un rico patrimonio arquitectónico y multitud de iconos de la Revolución, además de una oferta cultural que ya querría más de una gran metrópolis. Pasea por la Plaza Vieja, abre los ojos para ver bien los famosos coches antiguos que todavía circulan por Cuba, adéntrate en el Castillo de la Real Fuerza y visita el Museo de la Ciudad. Te sabrá a poco… y tendrás que volver.
Explorar Trinidad.
La pintoresca Trinidad es conocida por ser uno de los lugares de Cuba con una escena musical más variada e interesante. Sí, aquí la música brota de cada rincón. Pero también es una de las villas más hermosas de toda la isla. Trinidad es “la ciudad museo de Cuba” y poner un pie en ella es viajar al pasado a través de sus palacios coloniales y sus calles empedradas. Rodeada de montañas exuberantes, fue fundada en 1514 y es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 1988 gracias a edificios como el Museo Histórico Municipal o el de Arquitectura Trinitaria, que rodean la coqueta plaza mayor. ¡Te va a encantar!
Bañarte en las playas en las que desembarcó Colón.
En cualquier viaje a Cuba debería ser obligación remojarse en las aguas turquesas que bañan las costas de la isla. Hay playas masificadas, populares y populosas. Pero también las hay casi desiertas, remotas y rodeadas de un halo de calma en las que es fácil sentirse en paz con uno mismo. Así que si Varadero o los cayos no son lo tuyo (o si necesitas un poco más de relax) acércate al Parque Nacional de Bariay y goza de playas como la de Gibara, el norte de Holguín, famosa por ser la que pisó Colón el 28 de octubre de 1492 cuando llegó a Cuba. El entorno es agreste… pero la experiencia de tumbarte en su arena o bañarte en su mar es algo que no tiene precio.
Santa Cruz del Sur.
La remota zona de Santa Cruz del Sur está afortunadamente bastante alejada de la masificación turística y es un lugar delicioso en el que pasar algunos días. Este puerto pesquero al final de una carretera es un buen punto de partida para explorar los tranquilos cayos de Jardines de la Reina, un frondoso bosque de manglares con 120 kilómetros de largo, además de un arrecife de corales y un parque marino de 3.800 kilómetros cuadrados en el que todavía hay zonas vírgenes que pocos han visto desde el desembarco de Colón. No es lugar más accesible de Cuba, pero la experiencia te compensará con creces.
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