Amnistía Internacional considera que el discurso del odio alentado por los gobiernos de varios países ha espoleado sin embargo la apertura de una nueva era de activismo social
Las políticas regresivas del presidente de EEUU, Donald Trump, han repercutido en todo el mundo en solo un año de mandato, según el informe anual sobre derechos humanos de Amnistía Internacional (AI). La organización, que ha divulgado este jueves su informe, lo ha presentado por primera vez en Washington para alertar de que "los pasos atrás" en derechos humanos dados por Trump "sientan un peligroso precedente para otros gobiernos".
"Las ondas de choque de la presidencia de Trump se han sentido globalmente, incluido el veto a la entrada de personas de varios países de mayoría musulmana y otras políticas antiinmigración que amenazan la seguridad de los migrantes, refugiados y solicitantes de asilo", se afirma en el documento, que cubre 159 países del mundo.
"El claro movimiento de odio del Gobierno estadounidense en enero (del 2017) al prohibir la entrada de personas de varios países de mayoría musulmana preparó el terreno para un año en el que los líderes llevaron las políticas del odio a sus más peligrosas conclusiones", indicó el secretario general de AI, Salil Shetty.
Limpieza étnica en Birmania
"Vimos la máxima consecuencia de una sociedad alentada a odiar, a usar como chivo expiatorio y a temer a las minorías en la horrible campaña militar de limpieza étnica contra los rohinyás (minoría musulmana) en Birmania", señaló Shetty. En su anterior informe, AI ya había alertado del discurso del odio como amenaza a los derechos humanos y ahora constata que "el mundo está viendo las terroríficas consecuencias de esa retórica", que puede "normalizar la discriminación masiva contra grupos marginados".
En EEUU, según Amnistía, el primer año de Trump estuvo marcado por una actuación "pésima" en derechos de la mujer, el apoyo público a la tortura, los intentos de quitar la cobertura sanitaria a millones de personas y desacreditar a los medios de comunicación, la ambigüedad hacia el supremacismo blanco, la discriminación de los transgénero y la consideración de relajar las restricciones a la exportación de armas pequeñas.
Movimiento creciente
Las políticas de odio alentadas por los gobiernos de EEUU y otros países del mundo, sin embargo, han espoleado la apertura de una nueva era de activismo social. Para Amnistía, la otra cara de esta moneda ha sido "el creciente movimiento tanto de activistas nuevos como experimentados que hacen campaña por la justicia social", algo que "ofrece esperanza real de revertir el camino hacia la opresión". "Hay una sensación palpable de que los movimientos de protesta están en alza globalmente", subrayó Salil Shetty.
El análisis de AI apunta que las "políticas regresivas" han inspirado a muchas personas a unirse a batallas de larga duración, con "importantes victorias" como "el levantamiento de la prohibición del aborto en Chile, los pasos dados hacia el matrimonio igualitario en Taiwán y la victoria trascendental contra los desahucios forzados en Abuya (Nigeria)". En esta nueva ola de activismo social destaca el liderazgo de la mujer: la Marcha de las Mujeres en EEUU y con eco en todo el mundo; el movimiento Me too (Yo también) contra el acoso y el abuso sexual y la campaña latinoamericana surgida en Argentina Ni una menos en denuncia de la violencia de género.
Activistas asesinados
Sin embargo, alzar la voz contra la injusticia "se ha hecho más peligroso" y tiene un precio muy alto en algunos países del mundo: "centenares" de activistas fueron asesinados en el 2017. Uno de los "campos de batalla" clave es la libertad de expresión, en un momento en el que "líderes prominentes están dispuestos a promocionar noticias falsas para manipular la opinión pública".
Los mayores "carceleros" de periodistas en el 2017 fueron Turquía, Egipto y China, donde el premio Nobel Liu Xiaobo "murió tras haber sido encarcelado por criticar al Gobierno". Amnistía Internacional enfrentó "amenazas" a su trabajo en Hungría, así como "arrestos sin precedentes" de sus trabajadores en Turquía. No obstante, la organización llama a seguir manifestándose contra "la retórica de odio vista en eslóganes xenófobos en marchas nacionalistas en Polonia, la concentración supremacista en Charlottesville (EEUU) y las medidas severas generalizadas contra la comunidad LGTBI desde Chechenia hasta Egipto".
Regresión en torno a la inmigración
"Las políticas de Trump puede que hayan marcado una nueva era de regresión de los derechos humanos, pero no son únicas. Si miras de Australia a Hungría, los líderes han tratado desde hace tiempo a los refugiados e inmigrantes como problemas a ser evitados, no como seres humanos con derechos que merecen nuestra compasión", indicó Shetty.
Por otro lado, el informe alerta de que millones de personas en todo el mundo enfrentan un acceso cada vez más precario a la vivienda, la comida y la sanidad, una situación que si no se afronta de base tiene "un enorme potencial para una agitación social aún mayor". "De Venezuela a Irán, estamos siendo testigos de una formidable extensión del descontento social", apunta.
Caos en Venezuela
Venezuela es uno de los países señalados en el informe por enfrentar "una de sus peores crisis de derechos humanos en la historia reciente", con una "situación política caótica" y "una crisis de suministros alimenticios y médicos en deterioro que lleva a miles a protestar".
En general en el mundo, se constata un aumento de los ciudadanos que alzan la voz y piden justicia. "En lugar de intentar silenciar a estas personas (...), los gobiernos deben abordar sus preocupaciones y empezar a aflojar las restricciones en los medios y la sociedad civil", reclama AI.