Una noche.

La noche clara, un cielo infinito, las estrellas se observaban más brillantes que las noches anteriores. Parecía que danzaban y en armonía estaban, era maravilloso estar esa noche tumbados en la arena, observando el cielo, algunas estrellas, mientras más tenue transcurrían las horas, más fría se ponía aquella estadía en la suave arena que fusionada con las olas, todo se disponía a ser una noche que jamás olvidaría. Allí están ellas, poco observables en la ciudad de Caracas, capital de Venezuela. Allí estaban en una noche clara millones de estrellas, algunos planetas se podía observar, otras nebulosas inmersas en el infinito y profundo cielo, donde todo parecía sobrenatural que tanta belleza se compactara en unos segundos de tranquilidad, danza y armonía entre el sonido de la brisa, al rozar la superficie del mar y estas acariciar las olas con las que golpeaban las piedras que en la orilla estaban. Una noche efímera, pero llena de mucha paz, lugar que muchos habitantes de la ciudad les gustaría disfrutar, un mínimo de segundo para contemplar, majestuoso de observar y admirar lo que muy pocas veces se sabe valorar. lo que pasa por desapercibido y muchos ha de maravillar cuando se aprecia de verdad, un vasto cielo infinito profundo risueño, misterioso puro y aún más lleno de sabiduría que remonta sus conocimientos en la antiguas escrituras, en los antiguos geroglifos, en las antiguas culturas y en lo que actualmente sigue siendo la curiosidad y pregunta en nuestras mentes ansiosas por saber que aguarda más allá y asi... transcurrió la noche clara de dos tumbados en la arena observaban las estrellas, en una playa de La Guaira en Venezuela. 

Autora: Nallely Cartaya. Octubre de 2017.