FUGA DE CEREBROS EN VENEZUELA

in venezuela •  7 years ago 

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Durante la Segunda Guerra Mundial y finales de la década de los 40, Venezuela recibió a miles de inmigrantes proveniente de Portugal, España, Italia, entre otros países, quienes se establecieron en nuestro país en la búsqueda del lugar ideal para vivir y dejar atrás las penurias que les dejaban los conflictos bélicos. Este alud de inmigrantes que llegaron al país formó parte importante del desarrollo económico y cultural de la nación. Venezuela pintó por muchos años, quizás durante los 70 y 80, como un lugar ideal para vivir, la envidia de Latinoamérica si se quiere decir: riquezas petroleras, educación de calidad, democracia sólida y demás. Sin embargo, hoy el panorama es diferente, no se habla de Venezuela como el lugar idóneo para establecer una profesión o familia, no es esa tierra prodigiosa de la que se habló durante muchos años. Ahora, en cambio las cifras rojas en inseguridad, la inestabilidad económica, el alto costo de la vida, el desempleo, la pésima calidad de vida están ahuyentando a los venezolanos, en especial a los jóvenes: al futuro de la nación. En la actualidad, hay muchísimos jóvenes que se han ido del país en busca de mejoras profesionales y en la calidad de vida. Sólo por ejemplificar esta situación, que pareciera se escapa de las manos o no se le ha prestado la debida atención por parte de las autoridades del Estado, se cree que hay un estimado de nueve mil científicos venezolanos que viven y ejercen actualmente en Estados Unidos, comparado con los seis mil que hay en Venezuela.

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Aunque la fuga de cerebros es dada primordialmente porque son los recién graduados quienes deciden buscar otros caminos fuera de los límites territoriales de su país natal, también hay una considerable cantidad de empresas que buscan talentos en Venezuela y deciden llevarlos a otros países ofreciendo mejoras en la calidad de vida y en el salario a devengar. Claro, este escenario tiene muchas vertientes no sólo las económicas y sociales, el ámbito político también ha afectado muchísimo las decisiones de quienes han emigrado del país o al menos piensan hacerlo. Otra de las cuestiones que hay que puntualizar es cómo se han presentado en el último lustro, por ejemplo, la inestabilidad en las grandes empresas que pueden emplear a los recién graduados. Muchas de éstas han cerrado o disminuido considerablemente la cantidad de trabajadores por los desajustes económicos que ha planteado el gobierno como el aumento del dólar o las constantes amenazas de expropiaciones. Sin empresas no hay empleadores, sin empleadores no hay empleos, así es como se ve la situación para muchos profesionales que aspiran laborar en una compañía.

La Enciclopedia Británica define la fuga de cerebros como “la salida de personas educadas o profesionales de un país, campo o sector, hacia otro, generalmente para conseguir mejores condiciones de vida o de salario” (Mahroum: 1). Por otra parte, Enrique Oteiza(2000), en sus estudios realizados sobre la emigración de profesionales y obreros especializados de Argentina a los Estados Unidos, concluye que la fuga de cerebros constituye un tipo de migración internacional selectiva de personas con alto nivel de calificación. Interpretando lo anterior, la fuga de cerebros denota la corriente hacia el extranjero de personas competitivas desde su país de origen, hacia otro en la búsqueda principalmente de mejores salarios y mejor calidad de vida. Se pueden identificar dos elementos esenciales sobre la fuga de cerebros. En primer lugar, se refiere a personas que han recibido una formación de cierta profundidad sobre una determinada disciplina; en segundo lugar, la motivación principal de la marcha de estas personas es la búsqueda de unas mejores condiciones laborales. En este sentido, podría pensarse, por un lado, en países en vías de desarrollo donde las condiciones laborales son precarias o donde el tejido empresarial existente no es lo suficientemente profundo como para ocupar al número de profesionales especializados que ofertan sus servicios en el mercado.
Por otro lado, podría tratarse de países desarrollados, en los que las características estructurales de los mercados de trabajo no son capaces de absorber la totalidad de nuevos titulados y que incluso crean o perpetúan los niveles de desempleo existentes. Es decir, la fuga de cerebros afecta por igual a países desarrollados y en vías de desarrollo, aunque con diferente intensidad y peculiaridad. Es evidente, el efecto negativo para el país del que parten los trabajadores, esencialmente, la dotación de capital humano de la que dispone un país es determinante para su crecimiento económico. Cuando un país pierde sus trabajadores más cualificados, sufre un proceso de descapitalización (humana). Sin embargo, recientemente han aparecido argumentos que sostienen que la fuga de cerebros tiene también efectos positivos para el país emisor de trabajadores, entre los que cabe destacar: la salida de algunos trabajadores motiva al resto al aumentar sus incentivos para recibir una mayor educación, lo que aumenta la reserva de capital humano del país; por otra parte, los emigrantes realizan transferencias tanto monetarias como de conocimientos, lo que puede ser beneficioso para el país emisor; también, la emigración fomenta y mejora los flujos de información y conocimientos.

Valecillos (1993) refiere que, en los años 60 se produjo en nuestro país la salida al exterior de venezolanos que deseaban realizar en el extranjero sus estudios universitarios tanto de pregrado como de postgrado. En su mayoría estaban constituidos por personas de clase media y/o de hijos de inmigrantes que aspiraban a una formación profesional de alto nivel de excelencia, puesto que tenían la percepción de que el país no tenía la capacidad de suministrarla, además de existir razones de índole social, cultural y otros. Para Garbi (1991) parte de los profesionales fugados, no descartan el hecho de regresar a su país, ya que en estos se encuentran ciertos vínculos que los atraen, mientras que otros se aventuran más y deciden irse para no volver. Es por ello, que cuando la migración se proyecta como transitoria conduce a la acumulación en el núcleo familiar de origen con visitas de retorno. Por el contrario, cuando el proyecto migratorio es o se convierte en una instalación definitiva en el país de recepción, los vínculos económicos con el núcleo de origen tienden a limitarse quedándose en el de recepción. Pero cuando los migrantes, regresan a su país de origen en la mayoría de los casos, no encuentran ámbitos estimulantes para volcar sus conocimientos. Es por esto, comentando lo anterior, que un mecanismo positivo para reducir la posibilidad de fuga hacia el exterior seria la creación de oportunidades más estimulantes en el país, además la creación de un medio de trabajo adecuado, que permita colocar en práctica los conocimientos, habilidades, destrezas adquiridos durante la formación universitaria, permitiendo también cubrir las necesidades de vida.

Según Valecillos (1993), es factible diseñar programas para captar el talento nacional que se encuentra en otros países, con el propósito de aprovechar los conocimientos y técnicas aprendidas y/o desarrolladas por profesionales y científicos venezolanos residenciados en el exterior. De igual manera, Pellegrino y Calvo (2001) exponen, que las redes de revinculación pueden generar situaciones estimulantes para el desarrollo nacional. En una entrevista realizada a Arcely Costa, egresada de la Universidad Simón Bolívar (2007) como Ingeniera Química, actualmente Analista de Operaciones de Aquanima – Grupo Santander en Madrid, España, declara lo siguiente: “La fuga de talentos es directamente proporcional con la situación del país, es decir, a mayor crisis, mayor será la fuga. Si Venezuela ofreciera seguridad, fuentes de empleo bien remuneradas para todos los profesionales y estabilidad política, tal vez se fueran menos, pero igual siempre se iría alguien”. En relación con lo anterior, y de manera general, los países expulsores o de origen de los recursos humanos podrían ensayar políticas de retención y/o retorno de sus talentos sobre la base de considerar un bien estratégico para su desarrollo la conservación de los mismos; mientras que los países receptores o de destino de estos migrantes, probablemente regulen cada vez más el volumen y características de los recursos humanos que ingresan a sus fronteras.

En definitiva, la situación se ve realmente problemática para los ingenieros, médicos, periodistas, científicos, entre otros que han visto cómo ha menguado la calidad y la cantidad del empleo en nuestro país. Se considera que este éxodo está separando a las familias e interrumpiendo carreras profesionales, pero también está saboteando el futuro de la nación. Mientras que muchos países del mundo en desarrollo están tratando de atraer a sus expatriados para inyectar y catapultar sus economías en recuperación y unirse a sus democracias en efervescencia, el sangramiento de la capacidad intelectual venezolana está destruyendo las universidades y las mesas de discusión estratégicas, discapacitando industrias y acelerando el desorden económico que amenaza destruir uno de los países más ricos del hemisferio.

La fuga de cerebros no es un capricho de la juventud, no pasa únicamente con los “bien acomodados” o millonarios que pueden irse del país porque cuentan con casas en Miami o en Madrid y una buena cuenta bancaria en dólares para vivir sin problemas en otras tierras. La realidad, aunque parezca ciega, es que los jóvenes de la clase media cuyos padres han luchado para dar una educación de calidad a sus hijos, son también los que están considerando partir por un futuro mejor garantizado, son esos muchachos los que creen que afuera es la única forma de vivir mejor. Y no hay que juzgarlos, sólo hay que saber que durante el 2017 casi 28 mil venezolanos murieron de manera violenta a manos del hampa, o que en cada zona del país la energía eléctrica y el agua son servicios que vienen y van, o que simplemente cinco años de carrera universitaria, de preparación y méritos académicos parecieran no valer nada, pues hasta un obrero puede ganar más que un profesional. Son tantas las ganas de emigración, que existen actualmente portales en internet que ayudan a quienes quieren dejar a su país natal, ofrecen una especie de guía para los emigrantes. Más allá de que esta sea un escenario situacional y contextual en base a la economía, sociedad y política de Venezuela, las consecuencias podrían ser realmente preocupantes para un país subdesarrollado.

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