Son las 4:45 am cuando ya la alarma hacia explotar el teléfono. En la cocina, donde ya casi no se cuenta con gas doméstico para cocinar y no se quiere imaginar la enorme fila que habría que hacer bajo el sol picante para adquirir una miserable bombona, solo se monta algo de café y un par de arepas que más tarde se acompañaría con algo de queso.
De pronto ya son las 5:20 y aún se está vistiendo y las arepas aún se asan en el budare, termina de darle unos toques a su rostro de maquillaje o peinado para tratar de ocultar su "cara de crisis" mientras en la emisora Unión Radio se encuentra Tineo Guía con su imponente pero dormida voz, dando los titulares del día. "No hubo acuerdo en Noruega" parece decir un integrante político de la oposición y a su vez también dice un miembro del PSUV que sí, y parece que en Venezuela no hay mejor sensación que despertar en confusión y alta dosis de socialismo.
De golpe parece sonar el himno nacional y mientras se terminan detalles como cerrar el gas, para que no termine acabarse, ves que son las 6:15. ¡Verciale! Es tarde para ir a la parada pero usted corre rapidito para tomar un bus. En la puerta casi en el lugar donde nadie debe ir, va en camino al trabajo, agarrado de un tubo que le sostiene y que por desgracia está cerca de alguien que la crisis económica no le permite comprar desodorante.
Sigue el trayecto a su trabajo y cuando ya debe bajarse a tomar otra camioneta para dirigirse a su destino, el colector le refiere y muestra sus Bs. 300 diciendo "Son 500 a partir de hoy". Parece mentira, su presupuesto cambio en un fin de semana, ahora debe basarlo en un pasaje de 500 sin contar que el efectivo es difícil de encontrar.
Ya toma el nuevo bus, sin dejar a un lado los 500 del pasaje, se baja en la parada y camina unas cuantas calles para llegar a su trabajo. Al fin logra ver un cartel que se asoma y no cuenta lo difícil que es para una empresa mantenerse en Venezuela ante cortes eléctricos, mala economía y paré de contar. Es ese letrero, el nombre de su empleo.
Al fin llega, abre la puerta y una sonrisa de "todos los días son así pero me acostumbré" sale automáticamente, nada daña su felicidad y aún así tiene tiempo para preguntarle al compañero: ¿Qué tal tu fin?.