«Los héroes andan sueltos»

Yo soy un revisionista.

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«El país, decíamos,
lo poníamos en las mesas
lo cargábamos a todas partes,
el país necesita
el país espera,
el país tortura,
el país será
al país lo ejecutan
y estábamos allí por las tardes
a la espera de algún doliente
para decirle
no seas idiota
piensa en el país.»

Soy un revisionista porque vivo revisando en la Historia de mi país. Una tras otra y otra historia pequeña, que va rodando y rodando, que se alimenta y va teniendo su propia red de sentidos y consecuencias interconectadas.

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«...¡para que ya no suframos la vergüenza y la humillación colectiva de los diez años del oprobio!, ¡esos que desaparecieron en la madrugada gloriosa del 23 de Enero!»

Soy un revisionista porque una y otra vez me pongo a revisar y no puedo parar. Todas esas imágenes juntas se me presentan una detrás de otra y no puedo parar de verlas, son tan iguales y a la vez tan distintas que, sin haber estado ahí, puedo decirles que siento como me ruborizo y como siento ese cosquilleo al reconocer el recogimiento que te produce estar delante de un hecho histórico que nunca viste pero que los que te precedieron si. Pero ellos, que tuvieron la oportunidad de ver y vivir momentos irreemplazables no se paran a revisar en qué consecuencias tuvo ese pequeño acto en su vida.

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«Calma y cordura.»

Soy un revisionista porque no puedo parar de revisar cada pequeño detalle, cada instante, de cada foco quemado que captura ese pequeño momento en el que los aplausos estruendosos ensordecen en esa pequeña imagen muda en blanco y negro. Y sigo revisando, sigo pensando, sigo imaginando, sigo siendo en ese pequeño momento en el que me imagino estando. Veo cada imagen y me frustra saber que me estoy perdiendo de todo.

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«¡Recibo una Venezuela hipotecada!»

Porque al mismo tiempo que sigo revisando, ese pequeño monigote, engalanado y escoltado, posando cómo sin darse cuenta, me hace recordar que en este mismo instante hay otro monigote en alguna otra imagen pero a color que está haciendo lo mismo. Por eso sigo revisando, y sigo, y sigo. Recuerdo, o creo recordar. Muchas veces tengo sueños, fantasías lúcidas en las que estoy ahí. Algo pasó ahí, esa pequeña figura me dice que algo pasó ahí más allá de lo obvio. Esas pequeñas imágenes borrosas en blanco y negro de personas que ya fueron pero que siguen vivas en los que las recordamos a pesar de haber nacido incluso décadas después.

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«...hubiera preferido otra muerte.»

Las imágenes siguen volviendo, una tras otra, y dejan de ser un recuerdo. Pasan a ser una pesadilla en la que busco, en la que buscamos. Pareciera que aquel poeta tuviera razón, pareciera en verdad que todo tiempo pasado fue mejor. ¿Pero por qué tenemos esa impresión? Estaré romantizando el pasado. Soy consciente de que mientras el dispositivo quema y da forma a la acción del monigote, en el mismo segundo que el foco realiza su destello, con ese clásico sonido tan vintage -paaff- y un resplandor, mientras el aplauso es capturado, en ese mismo instante, algún pobre diablo está siendo lanzado de un helicóptero.

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«Juro, sobre esta moribunda Constitución...»

Vuelvo y vuelvo a revisar esa pesadilla en blanco y negro. Parecen escenas de un libro malintencionado escrito para retorcernos el sueño y la vida, para crear una distorsión histórica de lo que pensamos que no debió haber sido.

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«Aquí en Venezuela todo está muy chevere.»

Yo sigo revisando porque mientras lamentablemente la gente sigue suplicando al cielo buscando esperanza y explicaciones, buscando consuelo, ajenas e ignorantes a aquellas figuritas que le dieron forma a su vida, yo busco mis explicaciones precisamente en esas figuras. Busco respuestas, busco algo que nos explique por qué estas horribles cosas están pasando. Por qué pareciera que nos metieron de cabeza en un libro distópico de mal gusto. ¿Somos nosotros una creación literaria y no nos damos cuenta de que algún escritor maligno escribe nuestra historia y crea nuestros recuerdos para aleccionar a alguien más allá afuera? Ellos, los monigotes que veo en esas fotos en las que busco explicaciones, ¿qué tendrían para decir o pensar ahora que ya están fuera de su tiempo y plano? ¿Estarían satisfechos?

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«-¿Quién puede ponerle precio al Presidente de la República?
-El Alto Mando Militar.»

Y yo sigo revisando buscando a quien culpar. Y es que no me cabe en la cabeza que tanta tragedia humana sea de gratis, y es cuando empiezo a encontrar fracturas, rendijas por donde se escapaban pequeñas cosas que nos hicieron llegar a este punto: voy hacia atrás, año por año. Mes a mes, hecho a hecho, de pequeñas cosas no dichas sino casi forzosamente en el año 2019 de nuestra Edad, y sigo buscando y sigo rebobinando esa cinta maldita que tengo en la cabeza de imágenes y busco el culpable hasta llegar a 1958, e incluso sigo mi marcha atrás hasta 1492, y podría seguir. ¿Qué hemos hecho? Yo seguiré revisando. Seguiré viendo y buscando.

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«¡Tú a mi no me jodes!»

Hay gente que dice que los países no se acaban, pero se equivocan, un gran salsero cantó una vez que todo tiene su final, los países inclusive, se acaban. Los modelos y las sociedades se agotan de ser, simplemente porque estamos sujetos al cambio y la contingencia. Alemania, esa gran potencia una vez también se acabó, también vio horrores y a ellos también les tocó revisar. Y solo hasta el día en el que se acabó y tuvieron que revisar fue cuando Alemania volvió a estar en el anaquel.

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«Españoles y Canarios, contad con la muerte, aun siendo indiferentes, si no obráis activamente en obsequio de la Libertad de América. Americanos, contad con la vida, aun cuando seáis culpables.»

Hasta ahora, esas pequeñas imágenes en blanco y negro, de pequeños seres, de risas, juramentos, momentos históricos, tantos sucesos que pasamos por alto, son todo lo que tenemos porque, mientras revisamos, el país seguirá acabándose, no hay de otra. El escritor tiene un bloqueo en el que solo le dio chance de poner una fotografía en una pared, en un sitio inverosímil. Ahora nuestro escritor no sabe cómo hacer que su historia tenga un final para poder comenzar el siguiente capítulo. Llevarse al país de vuelta a la sala de diseño y revisarlo para poder volverlo a poner en circulación.

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«¡Adelante a luchar, miliciano
A la voz de la Revolución!»

Yo seguiré revisando, en algún lado debe haber una respuesta, aunque sea eso, porque los culpables quizás nunca lleguen a pagar por sus pecados. Al menos no en este mundo, muchos ya han muerto, otros siguen vivos. Queda en manos de nuestro autor bloqueado darnos herramientas para desbloquear su obra y que el país por fin se acabe.

«Venimos de la noche y hacia la noche vamos.
Atrás queda la tierra envuelta en sus vapores,
donde vive el almendro, el niño y el leopardo.
Atrás quedan los días, con lagos, nieves, renos,
con volcanes adustos, con selvas hechizadas
donde moran las sombras azules del espanto.
Atrás quedan las tumbas al pie de los cipreses,
solos en la tristeza de lejanas estrellas.
Atrás quedan las glorias como antorchas que apagan
ráfagas seculares.
Atrás quedan las puertas quejándose en el viento.
Atrás queda la angustia con espejos celestes.
Atrás el tiempo queda como drama en el hombre:
engendrador de vida, engendrador de muerte.»