Frio Capitulo III

 Una melancólica tonada de acorde de una guitarra impregnaba el ambiente mientras Alejandro dejaba el aparato de sonido para ir a la cocina, donde una adormilada Ana era quien colocaba la cafetera mientras se recogía el cabello. La mañana era brillante incluso para la hora, cosa que cambiaría con el trueno que anunciaría la precipitación que se avecinaba; Ana encendió uno mientras el sonido del agua evaporada salía del electrodoméstico y el como siempre obsesivo Alejandro preparaba emparedados con vegetales como si negara el festín de comida rápida de la noche anterior. 

La tormenta había cambiado completamente el panorama que se veía desde la amplia ventana de la cocina permitiendo ver el grisáceo paisaje lleno de vida, el cual gracias a la ventana que se abría para el humo del tabaco daba el paso al aroma de la lluvia que los niños pequeños aprendían a reconocer gracias a la respectiva señora mayor que en la niñez de las personas tenía la tendencia a notificar de su presencia. Ambos disfrutaban de ese clima y no suponía mayor impedimento a sus vidas que la necesidad de Alejandro de tener cautela al volante de su modesto vehículo de poca altura.  

Espero que baje, me gustaría bajar los vidrios y disfrutar del roció. – dijo Alejandro como si hablara con una persona que no estaba mirando firmemente por la ventana. 

No pasara y vas a joder el interior de tu carro. – Dice Ana en voz alta antes de servir las tazas de café. 

Es una pena que eso se impedimento para disfrutar de un pequeño milagro de la existencia. 

¿Alguna razón para el existencialismo? – Apunta Ana como si le extrañara el comentario de su amante. 

Hoy toca la mente más extraña que mi carrera me ha permitido analizar, solo pensaba en la profundidad que hoy me aguarda. – En un tono completamente curioso. 

Un firma golpe del cuchillo contra la tabla de cortar verduras continua después de esas palabras para concentrar al médico en los detalles finales de su obra culinaria, dos emparedados con un centro de pollo adornado con diferentes vegetales con una mixtura de salsas que darían a entender la fiesta de sabores que cada mordida lograría en el paladar. 

¿Qué tiene de diferente este paciente? Aparte de que lo tienes que ver en una cárcel. – Pregunta Ana después de tragar su primer bocado.   

Todo, hay poca información y la médica es nula. La primera vez que lo vi no entendí la complejidad de la tarea que me dio Castaleño, ya es raro que un tribunal me asigne como perito en una de sus investigaciones pero este no es un caso. – explica Alejandro. 

¿Cómo no es un caso?

 Cuando me reuní con su jefe y el en la sede judicial me dijeron que era algo fuera de la rutina, no tenían nombre ni lo acusaban de nada; solo está detenido mientras lo ubican en una institución mental, pero su agresividad los obligo a ponerlo en un pabellón muy seguro en la cárcel. 

Tienes cuidado. – Replica Ana. – no me parece que debería yo enterarme así de algo que suena peligroso pero como profesional solo te digo que te cuides. 

Gracias amor. – Con un tono de niño regañado que trata de evitar más daño. 

Alejandro sube a cambiarse mientras Ana se encarga de la cocina reconociendo que él debe salir, de igual forma prende otro cigarrillo mientras disfruta de otra taza de café hasta que el velozmente vestido Alejandro baja con sus objetos de trabajo para besarle la mejilla y notificar que llegaría para buscarla para comer; ella solo quería subir para darse una ducha y adelantar trabajo en su computadora portátil.  

Su mente luchaba entre concentrarse entre el volante y el libro que tenía en su maletín, tenía la idea que era la única forma de lograr entender la mente que debía analizar. Para su fortuna el tráfico era ligero pero la lluvia no era ligera de forma que tenía los vidrios arriba, el frio del ambiente se sentía en sus tobillos en esa caja andante de metal y fibra de carbono ensamblado en algún lugar que nadie esperaría que manufacturaba vehículos. Para poder mejorar sus ideas se distrajo con la música del pequeño aparato que coloco en el equipo de sonido, un agresivo ritmo de guitarra con unos platillos de fondo serian el nuevo adorno del vehículo seguido de una voz en ingles que parecía hablar de una guerra de hace mucho tiempo; Alejandro se dedicaría a disfrutar de Black Sabbath. 

En algún momento del trayecto una sombra entraría a su mente, era como un espectro de algo que había decidido evitar por días; la incesante necesidad de limpieza seguida por una extraña sensación en la piel mientras pensaba en el cabello rubio que en su momento le causaban una ira que era un fuego en sus venas que solo entendía quien había perdido el control humano para entregarse a la furia que ocultaba la huella animal de genoma humano. Al estacionar una fuerte respiración lo harían entrar en control de sus sentidos hasta poder fingir que nada perturbaba sus ideas mientras caminaba por el área administrativa del recinto penal, solo necesitaba realizar la rutina que ya conocía antes de esperar a su paciente de la carpeta n° 1225. 

Un muy animado guardia lo acompañaría hasta el área médica donde podría ejercer su profesión en un ambiente controlado y seguro, o al menos según los estatutos legales de forma que un incidente fuera responsabilidad mínima del recinto. Alejandro caminaba observando al muy animado guarda que parecía escuchar una muy buena canción en su cabeza, hasta que se detuvo y en su distracción con el guardia abriendo la puerta no escucho lo que le dijo. 

¿Disculpe?- Apenado por estar distraído. 

No se distraiga doctor, está en el peor lugar del mundo para eso. 

Ya debería venir en camino yo me quedare en el fondo por su seguridad.  ¿Seguridad? Pensé que no era necesario.  

El director puso normas más estrictas por unas peleas durante el mes, este todavía está sin causar problemas pero nadie quiere ser responsable de un externo herido. 

Ok. – Diría el medico con su mejor cara de póker.  

 

Con el guardia completamente distraído en una revista el maletín negro de estilo moderno seria el objeto de la concentración del médico, el expediente médico y el cuaderno de apuntes serian lo primero en colocar de forma ordenada en el lado derecho de la mesa de metal, seguido por una carpeta con datos legales que pondría debajo del expediente considerando que no los necesitaría y por último el objeto más llamativo que notaria seguridad al momento de entrar; una novela corta con un título extraño sin mencionar los bolígrafos negro, azul y rojo. Coloca la novela a su mano izquierda y los lapiceros de forma horizontal frente a él. 

No muchos pensamientos lograrían pasar por su cabeza cuando el sonido de una porra golpeando la puerta y el guardia que lo acompañaba respondiendo a la seña anunciarían que había llegado su cita del día. 

Buenos días doctor. – Diría 1225 con buenos modales y una riza de satisfacción. 

  

El sudor con el calor del ambiente armónicamente con una fuerte respiración anunciaba como se despertaba, los primeros segundos donde relajaba sus pulmones y corazón era seguido por el tiempo que invertía en aclarar sus pensamientos; era como si sus 8 horas de sueño fueran una ilusión. Su dolor de cabeza desaparecía con las primeras gotas de agua sobre su frente, solo pensaba en la forma de invertir su tiempo. Después de una modesta comida que se preparó junto a una ración extra para llevar Noriega tomo si llaves y salió a trabajar.