Generalmente se suele hablar de la aparición de nuevas necesidades, cuando con toda propiedad habría que hablar de nuevas condiciones en permanente cambio que hace que las necesidades sean satisfechas de formas diferentes a como se satisfacían en períodos históricos anteriores o culturas menos occidentalizadas. Las nuevas relaciones de producción y su naturaleza inciden en las condiciones cambiantes que nos hacen pensar en nuevas necesidades, cuando en realidad se trata de los nuevos requerimientos necesarios para la reproducción del modelo económico. La división del trabajo y el sentido asignado a las innovaciones tecnológicas crean las condiciones ineludibles, inducidas unas veces, por dependencia otras, que hacen surgir nuevas problemáticas y nuevas formas de acceder a las necesidades humanas a la misma vez que despejan el camino para una conciencia del deseo ilimitado.
Persisten, por lo tanto, las necesidades de siempre, pero aparecen otras nuevas formas sociales. En realidad nuevas condiciones surgidas del cambio social que son recurrentes respecto de las necesidades, es decir, más que generar nuevas necesidades, las reproducen. Se establecen nuevos escenarios donde se precisan muy distintas maneras de satisfacer las necesidades humanas. En las sociedades desarrolladas las nuevas manifestaciones como la complejización de los ciclos familiares, la tendencia al envejecimiento poblacional, la incorporación de la mujer al trabajo, la inmigración de extranjeros, la crisis estructural del empleo, la crisis del modelo educativo, la crisis urbana, la crisis ambiental, la crisis de los modelos políticos, etc. son fenómenos que se suceden con rapidez y que implican la necesidad de crear y reconvertir estrategias institucionales y asistenciales. Pero también nuevos valores sociales y formas de vida que cada vez más se expresan de forma activa por los nuevos movimientos sociales y múltiples iniciativas ciudadanas y que derivan en gran medida de esos fenómenos, precisan de nuevas formas de uso, de gestión de los recursos y de entendimiento de lo público.
Para desentrañar lo confuso que resulta establecer una concreción de lo que son las necesidades en ese proceso dinámico que se expresa en el cambio social procederíamos con algunas preguntas: ¿son necesidades todo lo que referenciamos como necesidades? ¿Son diferentes las necesidades de ahora con respecto a las del pasado, y serán diferentes con respecto a las del futuro? ¿Existen categorías de necesidades?, y si así fuese, ¿son unas necesidades más elevadas que otras? ¿Quiénes son los que definen las necesidades (o deben), quienes ejecutan la satisfacción de las necesidades (o deben)? ¿Hay distintos medios para lograr la satisfacción de una necesidad? ¿Podríamos denominar necesidad a actos que van contra esa necesidad, u otras necesidades, de otros individuos, en otros lugares o en otros momentos? ¿Debería haber unos valores éticos y universales en la satisfacción de las necesidades? Un autor como Toni Domenech (1985: 91), en apretada síntesis, responde a esas preguntas: «La moderna cultura burguesa ha despertado necesidades autodestructivas, incompatibles con la supervivencia de la especie por motivos elementalmente ecológicos-- en un futuro nada remoto y con la justicia y la igualdad en el lacerante presente. Y lo que no es preocupante, ha arruinado la capacidad de los individuos para conocerse a sí mismos, para controlar sus deseos y formar buena parte de sus necesidades...».
Eso que bajo la inercia de la conducta llamamos nuevas necesidades son muchas veces revelaciones del deterioro social y ambiental de nuestro mundo, de la mayor complicación y de la menor complejidad. Esas nuevas necesidades, no son tales, son en todo caso nuevas expresiones del cómo satisfacer las necesidades humanas. Partimos de la idea de que las necesidades, aunque diversas, son interdependientes (sinérgicas), no así los satisfactores, las aspiraciones o las preferencias que se encuentran más circunscritos a estadios socio-culturales, a su vez determinados por estructuras económicas. Apuntamos, por tanto, una primera distinción entre necesidades y deseos, y también la oportunidad de un cierto sentido de las necesidades humanas orientado a la equidad y la reciprocidad. Queremos descender un escalón buscando el sentido de lo complejo en las necesidades, aspecto básico para el cometido de nuestra investigación, y para ello debemos sumergirnos en el dilema de las necesidades: ¿son universales o son relativas? ¿Son subjetivas, pueden objetivizarse? ¿Se satisfacen desde estrategias de Estado, o de Mercado? ¿Se satisfacen desde una escala macro, o desde una escala micro? La falta de acuerdo en un sentido teórico determinado nos obliga a aproximarnos a distintas perspectivas cuyo objeto de atención han sido las necesidades. Reflejamos una aproximación preliminar, pero esclarecedora, de aquellos autores que han tenido la intención de establecer categorías de necesidades, para posteriormente disponer las perspectivas más influyentes en ese debate controvertido del sentido de las necesidades.
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