“murió pobre y con camisa prestada”

Es tan conocida como insospechada y oculta su faceta de empresario y defensor a ultranza de la propiedad privada.

El 2 de diciembre de 1830 el general de división Jose Laurencio Silva, como albacea, procede a realizar el inventario de bienes en poder de Jose Palacios, mayordomo y leal asistente del Libertador desde su infancia.
En el acto estuvieron el doctor Manuel Perez Recuerdo, auditor de Guerra y Marina; Fernando Bolívar como interesado; Jose antonio Cataño, tesorero de la Junta de ManumisiÓn; Jose Catalino Noguera, escribano y el general Silva. Como testigos participaron: don Francisco Ignacio Carreño, el coronel Belfort Wilson y el capitan Andres Ibarra, ayudante del Libertador. La relación de los efectos inventariados fue la siguiente:

I. Una vajilla de platina en dos cajones con objetos de vidrio de colocar en la mesa del comedor, tales como salsera, sopera, lechera y botella pequeñas.
II. Una caja pequeña con cucharilla, cuchillos, cucharas y tenedores, todos de plata.
III. Cuatro baúles que contienen ropa de uso personal.
IV. Una silla de montar usada, entregada al asistente Jose Antonio mesa por disposición de Su Excelencia.
V. Un par de pistolas desiguales entregadas al asistente Valentin Villar por disposición de S.E., el Libertador.
VI. Un documento firmado por Fernando Bolivar, sobrio de S.E., firmado por Juan de Dios Amador de 27 de septiembre, en el que declara haber recibido en calidad de deposito y a disposición de S.E., 415 onzas de oro, el retrato de Washington con su pelo, una caja de oro y dentro de ella un relicario, regalado por el Cabildo de Charcas, con un busto y llaves con brillantes; la Estrella de Venezuela y las medallas de Boyaca y el Sur; el Sol del Perú de brillantes en caja de oro, la Gran Medalla de Bolivia en Brillantes, el relicario de Charcas y la Estrella de la ciudad de Sucre.
VII. Otro documento entregado por Fernando Bolívar, firmado por los señores y Compañía del comercio de Catargena, fechada el 27 de septiembre, en el que consta han recibido en deposito a disposición de S.E., la cantidad de doscientas onzas de oro.
VIII. Otro documento entregado por Fernando Bolívar, firmado por J. Pavageau en Cartagena, el 28 de septiembre, en que consta ha recibido de S.E diez baúles que contienen papeles privados para ser depositados en París en manos seguras.
IX. Otro documento de Fernando Bolívar, firmado por Juan de Francisco Martín en Cartagena el 29 de septiembre, en que consta haber recibido de S.E lo siguiente:
a. Un baúl con 35 medallas de oro, 294 de plata grandes, 67 medallas pequeñas de plata, 96 medallas de plata medianas, 40 medallas antiguas de cobre, 8 medallas de plata y una de oro con el busto del Libertador, 2 medallas de cobre y 6 de plata del Congreso de Colombia, 23 tenedores de oro, 24 cuchillos y cucharas de oro, 23 cucharitas de oro, 2 anteojos, diez manteles en un baúl, una maleta con una escopeta y una espada con tres brillantes y sus tiros en una cajita.
b. Setenta y dos onzas de oro del cuño colombiano entregados por el mayordomo Jose Palacios.
c. Diez manteles para el servicio de mesa, grandes y chicos, de dril, de algodón e hilo.
d. Dos legajos de papeles entregados por Fernando Bolívar que nada interesan a los herederos por ser cartas de la secretaria particular de S.E. que deben correr la misma suerte que lo demás papeles.
e. Una cajita de afeitar con sus correspondientes piezas doradas.

Con lo cual y por no haber presentado otra cosa que inventariar, dispuso el señor auditor dar por concluida esta diligencia que firmaron después de su señoría los referidos señores testigos. Santa Marta 22 de diciembre en 1830. Ante mi, Jose Catalino Noguera, escribano.

El inventario corresponde a los efectos de uso inmediato y menaje de un hombre distinguido y elegante en transito al exterior, que mantenía un digno tren de vida a la espera de la realización de un importante negocio. Para nada representa al indigente que posteriores cronistas han querido dibujar.

Ninguna persona que conozca a fondo esta historia del Libertador puede proyectarlo como hombre que desprecio la propiedad privada, que le pareciera que ser rico es malo, o que hiciese votos de pobreza.

Una cosa es haber estado dispuesto a subordinar sus intereses materiales a un ideal libertario, y otra muy distinta la renuncia a ellos; y menos aun a dejarse despojar de cuanto le correspondiese por esfuerzo o por herencia.

Todo lo anterior comprueba que el mito de que el Libertador murió pobre es totalmente engañoso. La verdad es que murió millonario en activos, tomando en cuenta el valor de Aroa.
No murió pobre, sino con problemas de liquidez, privado de sus derechos por los tribunales de una nación que liberto.
Murió privado por el poder judicial y político de la nación que había liberado; frustrada la venta d las minas a causa de la politización y la falta de seguridad jurídica que, desde entonces, impera en Venezuela y buena parte de Latinoamerica.

No sufrió problemas económicos por falta de esfuerzos ni de constancia por su parte.
Como empresario concibió, planifico, promovió y batallo por el negocio de Aroa hasta el final de sus días. De todas las luchas, esta fue su derrota mas personal y dolorosa, a manos de las trapisondas judiciales del país que le vio nacer y al que dio independencia.
El mito de su pobreza ha sido un conveniente burladero, aupado por algunos factores políticos y culturales para crearle una credencial innecesaria a Simón Bolívar, una que el mismo habría despreciado profundamente.

Fuente: Antonio Herrera-Vaillant, Libro Bolivar Empresario