Atmósfera, la siento.
Puedo llenar mis oídos de ella, del aire que hace aullar a las plantas, de las lágrimas que no caen jamás.
De ti y de mí, de mi piel siendo arrancada de mí, mis manos, mis huesos, el torrente sanguíneo, de este maldito dolor de rodillas.
Tu cabello que siempre está distinto, mi sonrisa que ya no es la misma y tus ojos que no volverán a mirar igual.
Imagino la cola feliz de cada perro y el ronroneo de cada gato, recuerdo a tu hija sonriendo porque es fácil hacerla sonreír.
Todo es más sencillo al estar distraído.
Puedo envenenarte, adiós mesura
Estás haciendo, complacida, cada cosa que siempre quisiste hacer.
Estás, sin más, feliz.
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