Aquel atardecer.

Quizá eran las 6:35 pm, el sol se estaba ocultando. No, no era algo planeado, simplemente pasó; está chica no era cualquier chica, probablemente era la chica que más deseaba y a la vez desdeñaba en el mundo. Toque su delicada piel, era justo como imaginaba, tan tersa y suave como el pompis de un bebé; solté la parte superior de su lencería negra, podría decir que le daba su toque seductor y provocador al asunto, solo me inspiraba a pecar, al parecer la chiquilla era traviesa, pero tenía su toque de inocencia, quizás era lo que más me gustaba. No media el tiempo, no podía pensar en nada más que en su lindas expresiones de lujuria con una pizca de ternura, era el cuerpo más frágil y hermoso que había visto en toda mi vida, probablemente nunca me olvide de este atardecer, donde entregue todo de mí y a la vez nada..