Algunos salimos con toda nuestra fuerza mientras que otros no pueden siquiera avanzar en el bote pues la corriente es un poco fuerte. Cuando aprendimos a remar en el kayak nos apresuramos a querer llegar al primer salto de nuestro recorrido sin saber que debimos guardar esas fuerzas para el resto del recorrido. Ya más de la mitad del camino fuimos capaces de llegar, cansados pero llegamos.

Una vez en el salto de la llovizna podemos observar de manera casi directa el parque de nombre homónimo. Miles de veces había ido a este parque pero ninguna vista se compara con la que ese día pude tener, normalmente el rocío de este salto es capaz de alcanzar a los visitantes del parque pero yo, yo estaba en una ducha. Cada parte de mi ser era alcanzado por el agua. la fuerza de con la que te golpea es increíble.

No podemos detenernos aquí para siempre, así que nuestro camino siguió a otro salto. Tuvimos que caminar entre rocas y varios caminos que solo estan cuando el nivel del agua esta bajo (por suerte para nosotros) porque nos permitió llegar a una roca donde podemos lanzarnos de alturas desde cinco metros hasta los setenta metros.

un poco más arriba entre las rocas podemos apreciar con nuestros propios ojos la gran represa de macagua la cual sustenta de energía eléctrica a las empresas básicas de Ciudad Guayana. Vistas espectaculares se respira un ambiente de paz en todo el lugar a pesar del gran ruido del agua al caer.

No debemos perder el tiempo ya el paseo estaba por terminar y la noche se hacía cada vez más cercana así que nos apresuramos en devolvernos. Agotados por cada remada que dimos llegamos otra vez al puerto del hotel en donde nos estaba esperando la piscina.