Hola a tod@s!!
<<Impulsado por la necesidad golpeé una estrella impregnándome de su brillo. Le puede suceder a cualquiera>> Ángel Machado.
Te voy a contar una cosa que me paso cuando era pequeño. Desde nuestro nacimiento indistintamente del lugar geográfico en el que nos hallemos, recibimos una educación a mi modo de ver con una similitud desconcertante. Consiste en aprender a lidiar; medrar con desespero en una sociedad áspera y poco amable hasta alcanzar una rara cumbre artificial. Vivimos apresurados sin pensar demasiado en el prójimo. Avanzamos de un modo atropellado introduciéndonos sin apenas meditar en el primer club selecto que nos admite.
Sí, reconozco la carcajada al imaginarme disfrazado de etiqueta intentando pasar inadvertido frente a las puertas del club más famoso y elitista: el edén.
Durante mi peculiar ascenso hacia la cima de mis sueños recibí una solemne comitiva. En aquel momento me pareció una mezcla de ficción y realidad. La repentina muerte de un ser querido me dejó aturdido al principio. Y, aunque no lo supe en ese momento lo peor estaba por llegar.
Hasta aquel nefasto día nunca había acudido; enfrentado a ningún entierro. Mi cercanía con la muerte se limitaba a la desafortunada fortuna de un pez anaranjado que gané en una feria, y, por supuesto, de un modo más ilustrado el proporcionado por la cómoda y segura perspectiva que nos ofrece la televisión.
Como decía, el verdadero punto de inflexión alcanzó su punto álgido con la angustiosa sensación de contemplar un rostro de un familiar postrado en un ataúd, rígido, desprovisto de cualquier signo de vida.
La característica inocencia de una edad temprana unida a mis sentidos aún vírgenes sobre la hora suprema, produjo en mí una experiencia mortuoria de carácter solemnemente desproporcionada, al infeliz de mí, tocar la pálida y fría tez del difunto.
La muerte, vista desde el prisma de nuestra cultura occidental es una lección indeleble, cruda e indescriptiblemente horripilante. Por el contrario, ¡el don mayestático por excelencia!: la vida, Peculiar por naturaleza, desconcertante al hado caprichoso que nos deparará vivir, puede y debe ser tildada de casualidad orgánica. O, si tu fe te hace ser un acérrimo creyente en un Dios omnipresente y todo poderoso, entonces, hablaremos de manipulación genética. (si algún colectivo prejuicioso me tilda de hereje blasfemo sintiéndose profundamente ofendido por lo de” manipulación genética”, puede hacer como que la palabra genética no la he escrito).
Pese a todo, a mi manera, con la perspectiva que otorgan los años he decidido creer en la existencia de un ser supremo.
Tardé mucho tiempo en hacer las paces con Dios. Desde un punto de vista más heterodoxo, mantuve un soliloquio largo y tendido con mi conciencia.
Ahora que tu alma ha volado sin que pueda hacer nada por alcanzarla, a solas, con mis pensamientos apuntando a la luna, quizá, dé de lleno en tu estrella. Aunque tú y yo sabemos que tampoco te has marchado para siempre. Porque cada cual está con quien quiere, si de verdad lo desea. R.I.P
Gracias por leer.
Que linda prosa, finas palabras. Me llegó, cada segundo vivos es un regalo, hay que saber aprovechar el viaje y estar en paz con uno mismo.
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Gracias mil... al escribir, inevitablemente dejas al descubierto; desnudas el alma.. que alguien sea capaz de percibir eso es simplemente maravilloso. Feliz día.
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