A todos nos enseñan desde pequeños: estudia, obtén un título universitario, trabaja, haz una familia, envejece...
Ahora bien, todos sabemos qué viene después.
Sabemos que, para la mayoría de nosotros, la mejor etapa es la de estudiante, porque nuestras responsabilidades son mínimas comparadas con las libertades que tenemos. Pero aún así pasamos la mayor parte del tiempo quejándonos. Luego de obtener un título universitario, viene la parte más difícil y más crítica de nuestras vidas: trabajar.
Todos sabemos que tenemos que hacerlo, que es necesario e importante. Pero, ¿cuál es el costo? En realidad creemos que tenemos mucho tiempo para hacer lo que querramos, pero antes de que nos demos cuenta ya dedicamos ocho horas al día a un trabajo que realmente no nos gusta, por un sueldo que realmente no nos satisface, para comprar cosas que realmente no nos hacen felices, para poder seguir viviendo y repitiendo el mismo ciclo 5-6 días a la semana.
¿Realmente estamos viviendo? Nuestros ancestros vivían para cazar, para sobrevivir, para poder reproducirse y alimentar a sus hijos. Ellos sobrevivían. Entonces me planteo la pregunta: ¿realmente estamos viviendo? ¿Realmente nuestro estilo de vida es diferente a nuestros ancestros más lejanos, que vivían para procurarse la comida y poco más?
Yo creo que, en esencia, no. Hemos mejorado, todo es más sencillo, pero no deja de ser supervivencia. No dejamos de ser esclavos de un mundo que nos ha acostumbrado a sobrevivir, y que debemos envejecer sobreviviendo.
¿Hemos dejado de ser esclavos? Los esclavos trabajaban para que les dieran de comer y dónde dormir. ¿Somos diferentes?
Te dejo a continuación un cortometraje hecho por Steve Cutts, que lo resume todo.
¿Qué piensas tú sobre este tema?