Aprendiendo a vivirsteemCreated with Sketch.

in vida •  8 years ago 

Acabo de aterrizar por estos lares y, por no faltar a los modales, quería comenzar presentándome mientras investigo y curioseo aquí y allá.
Soy madre de dos niñas desde hace diez y seis años, respectivamente; desempleada desde hace casi los mismos que tiene mi hija menor (ya hablaré algún día de esa película de ciencia-ficción que es la conciliación laboral y familiar en este país), escritora desconocida desde que aprendí a escribir, monitora de fitness retirada a la fuerza, aprendiz de todo y maestra en nada. Tengo una rara tendencia a dejar mis proyectos a medias porque enseguida me entusiasmo con lo siguiente, y siempre hay un "lo siguiente". Sólo he sido constante en la profesión a la que dediqué quince de mis cuarenta y cinco años, en la maternidad (per secula seculorum) y en lo que hago ahora mismo, en el silencio que me regala la noche: escribir. Sin embargo, y por más que me apasione esto último, hace ya más de una década que me veo incapaz de finalizar una novela.
La vida se me ha vuelto espinosa en los últimos años. No hay nada, absolutamente nada, que "dé la felicidad". Ese tesoro tan buscado por todos sólo es posible alcanzarlo si lo buscamos en nuestro interior. Hay quien, teniéndolo todo, no siente nada y hay quien, sin tener nada, lo tiene todo. Tendemos a hacer responsables de nuestra felicidad a otras personas, a los objetos que podamos adquirir, las propiedades que podamos tener... Nadie es más responsable de nuestra felicidad que nosotros mismos y la pobreza material nos puede ayudar a averiguarlo. Cuando cuentas los céntimos a diez días de haber comenzado el mes mientras tus hijas sueñan que vuelan por un mundo de hadas, ¿con qué imagen prefieres quedarte para pasar el resto del día? Vas aprendiendo que una avería en el coche de tercera mano te permitirá disfrutar de un breve trayecto en tren, ver amanecer mientras caminas con tus pequeñas hacia la estación y observas cómo despiertan las flores, los insectos, cómo la señora que no se adapta a los nuevos tiempos sigue fregando "su cachito de acera", el olor a churros que inunda la calle y te transporta a tu infancia en esa máquina del tiempo que es la memoria. Te das cuenta de que no necesitas alejarte de tu casa en verano porque en cualquier parte del mundo puedes tumbarte a contar estrellas y de que una tarde paseando por el campo, disfrutando del olor de los pinos y de la música de orquesta de las chicharras y los pájaros, es más que suficiente para llenarte los pulmones de energía. Percibes cada pequeño detalle con mayor intensidad, como los sonidos para un invidente, porque sabes que todos esos detalles son los que te hacen sonreír y convierten tu vida en algo que de veras merece la pena. Y, sobre todo, aprendes a soñar. Sí, todos soñamos, es cierto; pero, cuando no tienes nada, aprendes a soñar de verdad: sin expectativas y, por ende, sin frustración. Simplemente, sueñas.
Siempre me han dicho que la vida no viene, que tienes que salir a buscarla. No es verdad. La vida está aquí, siempre, en cada momento, en cada rincón, en cada esquina, en cada palabra, en cada llanto, en cada risa, en cada aliento. La vida estaba aquí antes de que yo llegara y seguirá estando aquí cuando yo me vaya. Cada persona se engancha a la vida al nacer y cree que sale a buscarla cuando, en realidad, la vida pone en nuestro camino lo que nos toca vivir sólo cuando nos toca vivirlo.
Vivir es difícil, pero podemos hacerlo más fácil si aprendemos a disfrutar del camino.
Encantada.

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¡Enhorabuena por este nuevo camino, "valang"!
Me quedo con esta frase de tu escrito de presentación: " Nadie es más responsable de nuestra felicidad que nosotros mismos"

Gracias por tu apoyo, Joloro. Siempre adelante. La vida decidirá.