Sin fuerza de voluntad la vida transcurre por inercia, sin propósito, como vaya viniendo vamos viendo. Sin voluntad el hombre tiene vida pero como si no existiese. Las personas que viven bajo este enfoque no hacen nada por superar los obstáculos y terminan culpando a los demás de todas las cosas malas que acontecen.

Si lo dijese un ciudadano común y corriente lo más seguro es que le restemos importancia a cada palabras; pero lo expresó nada más y nada menos que un ser que vivió los embates de la segunda guerra mundial en la época del nazismo en su país de origen (Alemania), pero que jamás doblegó ante las circunstancias porque su creciente fuerza de voluntad se lo impidió. Luego vino el desarrollo de la bomba atómica, arma con un poder bélico altamente destructivo capaz de borrar del mapa una nación entera en cuestiones de segundos, una energía de la cual el propio Einstein fue investigador y conocedor como nadie en el planeta tierra. Por lo tanto, la frase encierra la razón suficiente para que nosotros, los ciudadanos comunes, nos inspiremos para dar la batalla ante los problemas de la vida hasta vencer las circunstancias y a nuestros detractores.

Si queremos materializar cambios trascendentales en nuestro entorno, en el buen sentido de la palabra, necesario es doparnos de voluntad y evitar la flojera y menos aún ser atraídos por personas portadoras de negativismo. No dejemos que el mal acabe con el bien. Somos hijos de Dios y Él nos creó para que por medio de su voluntad transformemos las cosas que nos oprimen en bienestar común. Tomemos el timón de nuestro propio barco para enrrumbarlo hacia un mejor destino

En el caso Venezuela, si los venezolanos no nos armamos de VOLUNTAD, el demonio hará de las suyas e irremediablemente iremos todos al sepulcro. Necesario es vencer a los demonios que oprimen a este noble país.