VOTOS TEMÁTICOS: Busco un hombre honesto.

Cicerón propone el primer capítulo de su obra “Los deberes”, al tema de lo honesto. Para él, la honestidad es lo que fundamenta el deber, pues comprende tanto el respeto hacia uno mismo como hacia los demás. Lo útil es inherente de lo honesto. La divide en cuatro virtudes, las cuales llamo “cardinales”.
Prudencia
Justicia
Fortaleza
Templanza

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Hablaba de que la honestidad es uno de los valores más significativos de una naturaleza saludable, si se entiende por esta a la capacidad de hacer el bien en todas las relaciones y actividades que el ser humano tiene. La clasificó según niveles de profundidad. Llamo Li, al nivel más superficial, aquellas tareas realizadas para cumplir deseos o aspiraciones personales, buscando gratificación inmediata, rápida. Luego profundizó un poco más y habló de Yi, la refirió como la bondad. En este nivel no se apremia el interés propio, sino el fundamento moral de la justicia, apalancándose en la reciprocidad. Y por último habló del Ren desde el cual nacen el Yi y también el Li. La moral de Confucio se perfila en la empatía y la penetración de los demás, por lo cual se ameríta de una autocomprensión precedente.

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Señala que la honestidad no tiene relación con los demás, explica que se debe a la autoconciencia, que al estar presente conlleva ser honestos consigo mismo, detectando por si solo el ser humano, cuando se miente y cuando no, esto trae un nivel de autenticidad particular, que redundará en el comportamiento con los demás y en ser honesto con todos si lo es con él.

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Una famosa anécdota de este filósofo – sabio, que ejercía el cinismo como filosofía de vida , fue la de la linterna. En esa oportunidad, caminaba el sabio de noche, con una antorcha encendida en su mano, y alguien le interrogó qué andaba buscando. Su respuesta fue: “Busco un hombre honesto".

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Honestidad expresa la ausencia de contradicciones entre nuestras ideologías, palabras o acciones. Se debe comenzar por afrontar con determinación las debilidades que se puedan tener y convertirlas en fortalezas, corrigiendo cada equivocación y cumpliendo con el deber en las tareas grandes y pequeñas sin ejercer distinción.