Hace unos años, tuve la oportunidad de visitar las 7 tinajas de Echarati, un hermoso lugar donde la naturaleza ha esculpido unas pozas de agua en forma de tinajas, rodeadas de una exuberante vegetación. Fui con un grupo de amigos, que habíamos decidido hacer un viaje por el Cusco y conocer sus atractivos turísticos.
Llegamos a Quillabamba, la capital de la provincia de La Convención, y desde allí tomamos un taxi que nos llevó hasta el distrito de Echarate, donde se encuentran las 7 tinajas. El camino era de tierra y estaba lleno de curvas, pero el paisaje era espectacular. Veíamos plantaciones de cacao, café, frutas y flores, que le daban un colorido y un aroma al ambiente.
Al llegar a las 7 tinajas, nos quedamos maravillados por la belleza del lugar. Era como un oasis en medio de la selva, donde el agua caía por una pendiente de roca y formaba unas depresiones circulares que parecían tinajas. El agua era cristalina y reflejaba el cielo azul. El sonido del agua era relajante y armonioso. El lugar estaba rodeado de árboles, plantas y flores, que le daban un toque de vida y frescura.
Nos pusimos los trajes de baño y nos lanzamos al agua. El agua estaba fría, pero era muy agradable. Nos divertimos nadando, saltando y jugando en las tinajas. También exploramos el lugar y encontramos unos petroglifos, que eran unos dibujos grabados en la roca por las antiguas culturas que habitaron la zona. Nos impresionó ver esos testimonios de la historia y la cultura de nuestro país.
Después de pasar unas horas en las 7 tinajas, nos secamos y nos cambiamos de ropa. Luego, nos dirigimos a un albergue ecoturístico que había cerca, donde nos ofrecieron un almuerzo típico de la región, a base de pescado, plátano, yuca y frutas. El almuerzo estaba delicioso y nos llenó de energía. También aprovechamos para descansar y conversar con los dueños del albergue, que nos contaron más sobre las 7 tinajas y su importancia para el turismo y la conservación de la naturaleza.
Finalmente, nos despedimos de los dueños del albergue y tomamos otro taxi que nos llevó de vuelta a Quillabamba. Desde allí, tomamos un bus que nos llevó de regreso al Cusco. Durante el viaje, recordamos nuestra aventura en las 7 tinajas y nos sentimos felices y agradecidos por haber vivido esa experiencia. Las 7 tinajas de Echarati fueron una de las mejores partes de nuestro viaje por el Cusco, y un recuerdo que siempre guardaremos en nuestra memoria.