Los dientes de sable son un grupo de mamíferos extintos que se caracterizaban por tener unos enormes caninos superiores en forma de sable, que les servían para cazar y desgarrar a sus presas. Los dientes de sable vivieron desde hace unos 33 millones de años hasta hace unos 10.000 años, durante el Cenozoico, y se extinguieron al final de la Edad de Hielo.
Los dientes de sable no forman una familia única, sino que son el resultado de una evolución convergente, es decir, de la adaptación de diferentes grupos de mamíferos a un mismo modo de vida. Así, se han identificado al menos cuatro grupos independientes de dientes de sable: los macairodontes, una subfamilia de los felinos; los nimrávidos, una familia emparentada con los felinos; los tilacosmílidos, una familia de metaterios sudamericanos; y los creodontos, unos mamíferos primitivos que no eran verdaderos carnívoros.
Entre los dientes de sable más conocidos se encuentran los del género Smilodon, que pertenecían a los macairodontes y que habitaron en América del Norte y del Sur. El Smilodon populator fue el más grande de todos, y podía pesar hasta 400 kg y medir 6 metros de largo. Tenía unos caninos de hasta 28 cm, que usaba para perforar la garganta o el abdomen de sus víctimas. Se alimentaba principalmente de herbívoros de gran tamaño, como los gliptodontes, los mastodontes, los caballos o los camellos. Se cree que cazaba en manadas, y que podía cooperar con otros individuos para derribar a sus presas.
Los dientes de sable tenían una anatomía adaptada a su estilo de caza. Su cabeza era grande y su hocico corto, lo que les daba una gran fuerza en la mordida. Sus patas delanteras eran largas y musculosas, y sus garras eran retráctiles, lo que les permitía sujetar a sus presas. Sus patas traseras eran más cortas y débiles, y su cola era corta, lo que les restaba agilidad y velocidad. Por eso, los dientes de sable preferían acechar a sus presas y atacarlas por sorpresa, en lugar de perseguirlas.
Los dientes de sable eran animales territoriales y sociales, que vivían en grupos familiares o de afinidad. Se comunicaban mediante sonidos, gestos y marcas olfativas. Se han encontrado fósiles de dientes de sable en cuevas, lo que sugiere que usaban estos lugares como refugios y como lugares de descanso. También se han hallado restos de dientes de sable en los llamados pozos de alquitrán, que eran depósitos naturales de asfalto donde quedaban atrapados los animales que intentaban beber o cazar. Estos pozos de alquitrán han conservado muchos esqueletos de dientes de sable, que nos permiten conocer mejor su anatomía y su ecología.
Los dientes de sable fueron unos depredadores prehistóricos que nos sorprenden por su tamaño, su fuerza y su adaptación a un ambiente cambiante. Su estudio nos permite conocer mejor la naturaleza y la evolución de los mamíferos en el pasado, así como las causas de su extinción. Los dientes de sable son, sin duda, unos animales fascinantes.