Domingo 19/02/2017 07:02 p.m.
Un hombre que mascaba tabaco, se comía los mocos y llamaba a las mujeres hermosas “bukkakeables” lo despierta el tacataca del aire acondicionado, y le da una patada para que deje de vibrar. Se prepara y va a la sala de videojuegos de su biblioteca regional. Parecía un niño que no sabía leer al lado de chicos de seis años. Se le recomendó el Tetris para mejorar su coordinación viso motriz y el Metal Gear Solid para disfrutar de una historia seria y adulta. Además se perdió en la cinemateca y en los libros, aprendió artes marciales, bailó, tocó instrumentos musicales, hizo todo lo que la biblioteca le ofrecía y sin embargo fue preso.
En prisión se le dio todo lo que le ofrecía la biblioteca, no era como las residencias claustrofóbicas de antes. En un periodo de su estadía lo dejaron sólo en un bosque, sin herramientas. Pasó luchas con osos y consigo mismo, viviendo crepúsculos, hambre, tempestades, el canto de las aves, los “quietos” que le hacían los búhos a sus presas; veía dibujos, comics en los árboles hechos por los antiguos reos que anduvieron por allí, planetas, estrellas, estaciones en el aire, en los árboles, en animales y en él. La policía lo buscó y salió de la cárcel sin más temores. Concluyó que el departamento de viajes era lo único que le faltaba a la biblioteca y que algún día haría su propuesta.
Al llegar a su casa, luego del viaje desde la cárcel se acuesta agotado, pensaba si habrá sobrevivido como él algún criminal exiliado en las capsulas espaciales; Hasta que en eso, escucha de nuevo el tacataca del aire y le lee un cuento para que deje de vibrar.
Fin