Posiblemente, en el fondo, muy en el fondo, quería esto. Ya era hora de dormir pero el sueño no la vencía, bastó una imagen para que, sin saber por qué, llegaran una ráfaga de recuerdos juntos y pesados como metralla y plomo (buenos, todos alegres, "gracias").

"Debes leer este libro, siempre me recuerda a ti y te enseña otras cosas", casi escuchó su voz muy cerca de ella, como un susurro. Era de esas veces que decía algo y su comportamiento balanceaba entre lo infantil y la adulta que intentaba ser. De verdad quería que leyera ese libro, le encantaba repasarlo, recitar frases y hasta solucionar conflictos con ellas. No le hice caso,luego de 1 año no insistió más.

Seguía con su envoltorio sobre la repisa de la biblioteca, polvorienta, justo al lado del escritorio. Títulos clásicos, novelas nacionales y uno que otro texto universitario que utilizó alguna vez siendo optimista. "Veamos que tiene, si vamos a recordar entonces que sea con fuerza". Rasgó el plástico, revisó la superficie, ni leyó la reseña de atrás, se quedó prendada del dibujo de la portada.

Nunca fue una lectora empedernida, sólo lo hacía cuando era necesario. Esta ocasión era una de ellas. Empezó despacio como quién se alimenta de un plato nuevo y casero, saboreando cada palabra, buscando la razón de buenas a primeras. ¿Por qué lo recomendaba tanto?.
Página tras página siguió, logró olvidar lo que trataba de recordar. Llegaban ideas de procrastinación: estás leyendo mucho, durmamos un poco. Sin embargo se esfumaban con la siguiente imagen que las frases le dibujaban. No sabía si tenía mucha imaginación, creatividad o el libro describía todo de una manera especial y detallada. Sencillez racional.

"¡Ayy!", pasando otra página de forma rápida se cortó el dedo. La reacción rápida: lo llevó a su boca y chupó. Vio caer una de las gotas sobre el papel. Expandiéndose y tornando a un color más oscuro. La página la había hecho suya, una gota de sangre. Notó el número en la esquina,había avanzado bastante. Leyó por encima de la lágrima roja, eran pocas líneas con una carga pesada, más lo que se sumó en pensamientos, imágenes, sonidos, recuerdos.

Cada año releía el libro. Su amor, extinguido o no, la obligaba a ello, ya se había acostumbrado. La otra persona ya no estaba. Ella había tomado la decisión de estar sola, mejor. Aunque el daño que había causado se lo imaginó grande. La realidad era aún peor en la mente del otro ser. Cada cabeza es un mundo, dicen...

Siempre que pasaba por esa página y veía el tatuaje carmín se llenaba de tristeza, se sentía pesada. Se hacía preguntas, cuestionaba todo y hasta lo más mínimo le parecía una tarea difícil de realizar. Era un recordatorio para siempre, como si hubiese un pacto con la nostalgia. "¿Será que tiene el mismo celular?, ¿debo o no?", en ese momento la voluntad es frágil, la razón se halla ocupada en mantener la estabilidad corazon-mente-cuerpo, por ende lo escribió:

"Lo siento, de verdad lo siento, no me odies por favor"

En otro extremo, el mensaje había llegado, la respuesta fue escrita, pero no...

"Muy poco y muy tarde".