Estuve pensando un poco, y para el día de hoy me dieron ganas de subir una historia que escribí hace tiempo para una clase.
Las drogas son un tema profundo y complicado, así que me informé en su momento para poder desarrollar una historia que hiciera justicia a las personas que pasan o han pasado por este tipo de situaciones. No me voy a extender mucho con esto, así que me limitaré a decirles: Las drogas son dañinas para nuestro organismo, así que seamos conscientes, identifiquemos la adicción cuando aparece y busquemos ayuda y apoyo. Recuerda que tú y cada uno de nosotros es importante, si no para ti mismo, para alguien más, y aunque a veces no nos demos cuenta, esa persona (o esas personas) se preocupa por nosotros.
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Sobre su Vida Diaria…
Para muchas personas resulta agradable llegar a casa luego de un largo día de trabajo o, en caso de los adolescentes como tú, una tediosa mañana de clases en la que física, química y álgebra fueron protagonistas y se aseguraron de barrer el suelo contigo y las pocas neuronas que funcionan en tu cabeza. Para cualquiera el llegar a casa y relajarse sería lo mejor que podría sucederles. Para muchas personas menos tú, obviamente.
Te llamas Kenneth, tienes dieciséis años y desde que tienes memoria has vivido con una depresión que, sin importar la cantidad de antidepresivos que tomas e independientemente de que asistas a consulta psicológica una vez a la semana, todas las semanas, de todos los meses del estúpido año, no parece que quiera desaparecer.
¿Por qué? Es una muy buena pregunta, pero entonces llegas a casa, como se mencionaba al principio, y evitas asomarte a la sala de estar porque lo menos que deseas en ese momento es toparte con la siempre mirada desaprobatoria de tus padres, de quienes no sabes nada en absoluto porque no se dirigen la palabra si no es para hablar de cosas específicas, cosas en las que no entran lo que cada quien hace con su vida.
Porque a ninguno le importa lo que hagas para este punto, sinceramente, y a ti tampoco te interesa lo que ellos hagan o dejen de hacer.
Más importante y ahora que llegas a tu habitación, te permites relajarte un poco más y respiras profundamente; tu recámara tiene un olor muy peculiar, uno que disfrutas mucho porque te recuerda dos cosas que te gustan bastante: el cigarrillo que fumaste en la mañana antes de ir a clases, y el aroma de tu gato que, ahora que observas bien, no parece encontrarse en ese momento.
Le restas importancia, como a todo, y suspiras fastidiado antes de arrojar el bolso a la cama y agacharte para buscar algo debajo de esta.
Una caja.
La conoces muy bien y por eso ya ni te inmutas al revisar su interior, pero aún así te resulta imposible ignorar el nudo que siempre se aloja en tu pecho; porque está mal y lo sabes, porque probablemente vas a morir de una sobredosis algún día y tus padres, por más que te miren mal y te aíslen, se sentirán muy tristes si eso sucede. A pesar de ello, no te tiembla el pulso para tomar la inyectadora que se encuentra en la caja, ya cargada, y luego de suministrarte una dosis de heroína, te acuestas en el suelo, cerrando los ojos.
La heroína te agrada por lo bien que se lleva contigo; en primer lugar, es depresiva como tú, aparte de que te ayuda a relajarte y dormir durante un largo tiempo. Bien es cierto que te causa unos efectos secundarios algo fastidiosos, como la sequedad en los labios y el hecho de que te encuentres tan terriblemente delgado, además de tu poco rendimiento físico por la falta de oxígeno. Aún así, prefieres soportar eso y abrazar la buena tarea que hace al ayudarte a olvidar todo aquello que te incomoda o molesta, y viene muy bien esas noches en las que necesitas estar despierto por el insomnio que te causa.
A pesar de ello, no es tu favorita.
Actualmente no tienes, pero si hay una que te gusta mucho consumir es el LSD, sobre todo si tus amigos te lo consiguen en forma de gomitas; los brazos ya te duelen de tantos moretones entre las inyecciones de heroína y los cortes que te haces de vez en cuando, así que sería el colmo tener que suministrar el LSD también por intravenosa.
Para ti, comer esas gomitas es el cielo.
Tu cuerpo se llena de vida y calor, o así lo sientes. Hay veces en las que el LSD no es muy agradable, porque te recuerda muchas cosas y te pone más sensible de lo habitual, por lo que lloras durante horas, reviviendo una y otra vez esas malas experiencias que te trajeron a tu situación actual. Sin embargo otras veces, siendo estas mayorías, es lo mejor del mundo. Te ríes y parece que tus carcajadas no tienen fin, ¿y cómo no reír si por un instante puedes sentir lo feliz que podrías ser si las cosas fueran diferente?
Si tan solo la realidad se pareciera un poco a tus tontas y agradables alucinaciones.
Entonces algo peludo empieza a frotarse contra ti, bajándote de la nube en la que te encontrabas segundos antes, pero no de una forma desagradable. Al contrario. No necesitas ni abrir los ojos para saber que se trata de Ciro, el único que te importa y a quien realmente quieres en este mundo, y se trata de un bonito gato blanco con una que otra manchita que pateaste sin querer en la calle.
Claro que te sentiste terrible al hacerlo, pero eso ya no importa.
Te giras para apoyarte en el costado de tu cuerpo, entonces abrazas esa suave bola de pelos contra tu pecho, sintiendo cómo su pequeña lengua se encarga de lamer tu mejilla con tal compasión que casi lloras.
Casi.
Pero la verdad es que tienes sueño, mucho sueño, y el ahora aroma de Ciro te recuerda el agradable olor a cigarro que se mantiene en tu habitación, por lo que vuelves a relajarte, ahuyentando aquellos pensamientos que tan ocupado y consciente te han mantenido, para acariciar a tu gato entre las orejas mientras te dispones a dormir.
Porque para empezar, eso deseabas hacer. Porque desea olvidar que este día sucedió. Olvidarlo así como olvidas muchos otros. Porque mientras sostienes a Ciro con fuerza y este insiste en lamer tu rostro, sientes que lo único que realmente importa es que ustedes dos se encuentren allí, en el suelo de tu habitación, como si se encontraran e su único y solitario mundo, el cual poco a poco los devora y termina dejándote inconsciente.
Ya que al final, esta es la única forma en la que consigues lidiar con lo mal que te sientes usualmente.
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Si has llegado hasta aquí, muchas gracias por tomarte el tiempo de leer ^^
Espero y deseo que haya sido una lectura grata para ti.