Las clases sociales que pueden acabar siendo clases biológicas en el futuro

in xataka •  6 years ago 

Mejorar humanos biológicamente se denomina eugenesia. El diccionario de Oxford la define como: "Mejorar una población mediante la reproducción controlada para aumentar la aparición de características hereditarias deseables". Puede parecer un proceso de ciencia ficción, pero nada más lejos de la realidad. Ya está entre nosotros y parece haber venido para quedarse, pero no la está disfrutando todo el mundo.
"La eugenesia se refiere a poder modificar de algún modo a las personas antes de su nacimiento. Un tipo de eugenesia (la negativa) consiste en eliminar cualquier tipo de enfermedad congénita del no nato. Contra esa, en términos generales, nadie tiene nada que objetar (aunque hay reticencias al hecho de que, en la actualidad, para hacerlo hay que desechar los embriones genéticamente no aptos)", afirma para Xataka Santiago Sánchez-Migallón Jiménez, profesor de Filosofía y colaborador habitual.

"La que sí es problemática es la eugensia positiva: mejorar las cualidades de individuos sanos. ¿Por qué es problemática? Porque, para muchos, estaríamos jugando a ser dioses, al modificar nuestras propias cualidades y nuestra propia naturaleza. Muchos dicen que estamos haciendo como el Doctor Frankenstein, creando aberraciones que luego, sin duda, se volverán en nuestra contra. La propia naturaleza humana se sitúa como la última frontera que no hay que tocar".

La eugenesia hoy.

Hay ya una limitada eugenesia en nuestras vidas. Por ejemplo, en muchos países, en forma de asesoramiento voluntario, hay servicios médicos para ayudar a los padres a evitar trastornos genéticos en sus hijos. "Permitiendo la selección de embriones genéticamente normales que pueden aumentar las posibilidades de un embarazo exitoso, disminuir el riesgo de un aborto espontáneo, minimizar el riesgo de transmitir ciertas enfermedades genéticas a sus hijos y proporcionar una selección de género para el equilibrio familiar".

También practicamos cierto grado de eugenesia simplemente en las clínicas de reproducción asistida congelando óvulos sin intencionadamente elegir. Los niños resultantes de embriones congelados son, según los estudios, más hábiles socialmente, también parecen tener habilidades superiores de comunicación y demostrar más independencia. Allan Pacey, un experto en fertilidad de la Universidad de Sheffield, cree que esto se debe en parte al propio proceso de descongelación: no todos los embriones sobreviven al deshielo, por lo que podría pensarse que tal vez aquellos que lo hacen son los más fuertes.

Este "beta" nivel de eugenesia ya es una realidad, pues la mayoría de las mujeres considera que es aceptable e incluso deseable congelar sus óvulos, según la Sociedad Europea de Reproducción Humana y Embriología (ESHRE, por sus siglas en inglés). Y, en general, los expertos piensan que la práctica se volverá cada vez más común, aumentando el número de mujeres que lo usen para retrasar la maternidad y concentrarse en el trabajo por más tiempo.

Incluso se llega a hablar de reducir el sexo a la diversión. O, al menos, así lo afirma el padre de la píldora, que cree su propio invento se volverá obsoleto porque los hombres y las mujeres optarán masivamente por congelar sus óvulos y sus espermatozoides antes de ser esterilizados; poniéndose fin a los abortos, ya que no habrá niños no planificados o no deseados, e incluso dando lugar a hijos más sanos por defecto porque los óvulos y esperma serían más jóvenes y fuertes.

Por otra parte, muchos países regulan ya la eugenesia para evitarla. Lamentablemente, la prohibición está favoreciendo más bien el turismo procreativo entre los más ricos y los abortos entre las parejas más pobres, por lo que quizá no sea el camino ideal.

La especiación

Pero este no es el extremo de la eugenesia preocupante, ¿verdad? Lo cierto es que el historiador israelí Noah Harari en su libro Sapiens sugiere que: "En el siglo XXI, existe una posibilidad real de crear castas biológicas, con diferencias biológicas reales entre ricos y pobres [...] el resultado final podría ser la especiación".

Charles Darwin fue el primero en escribir sobre el papel de la selección natural en la especiación, básicamente esto ocurre cuando las poblaciones se vuelven tan diferentes que ya no pueden reproducirse o producir descendencia fértil. Y estas diferencias serán así de extremas sin remedio, sostiene Harari, porque los ricos siempre tienen acceso primero las últimas mejoras.

El resultado más extremo podría ser una riqueza y estatus concreto, real, tangible... biológico. Las líneas de clase se endurecerían a medida que los ricos se volvieran cada vez más ricos gracias a su "talento innato". Las dinastías ya no se disolverían espontáneamente, sino que persistirían a lo largo de las generaciones.

Una élite eugenésica, más rica, más lista, más sana y más bella se casaría dentro de su "raza"; ya sea eligiendo compañeros que también fueran el resultado de la eugenesia o mediante la selección de embriones. El desarrollo de una casta de este calibre, cómo no, puede a su vez degradar la cohesión social.

¿Deberíamos hacerlo?


Sabiendo esto, ¿deberíamos permitirlo? Lo cierto es que ya lo estamos haciendo. La expansión inicial, como decíamos, está siendo impulsada por la demanda de eugenesia negativa, en la que los padres eligen un embrión con el menor riesgo de enfermedad genética.

Podemos esperar una demanda masiva de eugenesia negativa, pues como dice Santiago, en general nadie tiene nada que objetar cuando se trata de eliminar la miseria humana causada por las mutaciones perjudiciales. Se puede sufrir la muerte o la discapacidad debido a pequeños defectos genéticos. ¿No es inmoral no evitarlo?

"Presumiblemente, la mejora genética será inicialmente cara, por lo que solo las clases altas podrían permitírselo. A su vez, el hecho de tener mejores genes les daría una nueva ventaja competitiva que aumentaría la brecha social mucho más. No obstante, a mí no me parecen argumentos suficientemente fuertes. En primer lugar, no hay ninguna razón para que no podamos modificar la misma naturaleza biológica humana. De hecho, no existe ninguna naturaleza humana dada para siempre ya que el ser humano, como cualquier otra especie, está evolucionando. Es más, la evolución es un proceso ciego y azaroso que no lleva a hacer 'seres humanos más perfectos' ni nada por el estilo. Si mañana una mutación genética que nos hiciera más egoístas y avariciosos supusiera una ventaja evolutiva, nuestra naturaleza cambiaría y seríamos peores. Entonces, ¿por qué no ser nosotros los que elijamos hacia dónde va nuestra evolución?", comenta Santiago.

En nuestro proceso de elegir efectivamente a dónde vamos, hemos creado algunos cambios buenos. Por ejemplo, una nueva técnica permite reemplazar el ADN mitocondrial defectuoso de la madre con el de una donante sana.

El ADN mitocondrial no afecta la apariencia, la personalidad o la inteligencia, y solo reduce la similitud genética de parentesco en aproximadamente un 1%. Aun así, el niño resultante, aunque su ADN provendría en su mayoría de sus principales padres —la donante daría, aproximadamente entre el 2% y el 0,02% de su ADN—, tendría técnicamente tres padres: dos mamás y un papá.

El uso de esta técnica se debe, únicamente, a la necesidad de curar una serie de terribles enfermedades hereditarias debidas a la mitocondria y a su material genético: retraso en el aprendizaje, demencia, convulsiones, dolor, debilidad, hipotonía... algunos síntomas pueden ser letales.

Eliminar las enfermedades genéticas tiene un efecto igualador y, en general, no privilegiado. Las enfermedades por defectos del ADN, aunque son relativamente raras, afectan a millones de personas en todo el mundo. Los científicos estiman que más de 10,000 de las enfermedades humanas son causadas por un solo error en un solo gen en el ADN.

Por supuesto, se podría sugerir que si solo una minoría de las familias que enfrentan enfermedades genéticas cuentan con este servicio, la desigualdad aumentaría entre estas familias y familias afligidas de forma similar pero que no pueden optar a él. Podría causar resentimiento y ser considerado injusto, sin embargo, dado que afecta a menos del 1% de la población, las familias privilegiadas no obtendrían una ventaja sobre el otro 99% sano y no sería una disparidad tan notable.

Los semidioses

El segundo objetivo principal de los eugenistas ha sido aumentar las habilidades humanas. Y eso nos lleva de nuevo al territorio escabroso de la desigualdad versus las limitaciones reproductivas.

Julian Savulescu, profesor de bioética en la Universidad de Oxford, argumenta que "los padres deben ser libres de elegir embriones que no solo les den a los niños la mejor salud posible sino la vida más plena". Es moralmente incorrecto, piensa, limitar las elecciones reproductivas. Los padres "deben" elegir a los "mejores niños".

Santiago es más o menos de la misma opinión: "A día de hoy ya se selecciona a la gente genéticamente aunque no tengamos acceso a su genoma. Cuando escogemos pareja estamos discriminando entre buenos y malos genes, pues los rasgos atractivos de una posible pareja expresan buena genética. Cuando ponemos buenas notas a buenos alumnos estamos, igualmente, seleccionando genes que determinan cociente intelectual o capacidad de esfuerzo. Que hubiera gente mejorada genéticamente desde su nacimiento solo haría explícito lo que ahora solo es implícito".

Cuando el talento se lleva dentro

Los niños con una variante genética particular, junto con niveles más bajos de hormona tiroidea, tienen cuatro veces más probabilidades de tener un cociente intelectual menor de 85. Un cociente intelectual a ese nivel no es una enfermedad, está en el rango normal, pero es bajo y por tanto puede ser desventajoso.

Añadido a esa información, imaginemos que ahora aumenta el IQ de unos cuantos. Una brecha de IQ muy pequeña en el promedio general sería más que suficiente para causar diferencias culturales dramáticas, porque las capacidades de cognición y personalidad se distribuyen en una curva de campana: un ligero aumento en el promedio aumenta en gran medida la proporción de individuos superdotados.

El modelo predice que una diferencia de CI de solo 30 puntos, es suficiente para permitir que la clase eugenésica domine las profesiones y practique estrategias dinásticas a largo plazo de acumulación de riqueza e influencia.

¿Eugenesia como derecho público?

Sin embargo, también podría ser menos benigno como se piensa. Que una pequeña minoría de la población comience a elegir embriones no solo para la salud, sino también para las características deseadas, pone en bandeja de plata las malas elecciones: los padres podrían tomar un camino con malas consecuencias para sus hijos, tal vez debido a errores científicos, modas, prejuicios de género...

La regulación gubernamental podría evitar algunos de estos resultados, o prohibir totalmente la eugenesia positiva, pero si los beneficios son lo suficientemente grandes será difícil pararlo. La conjetura de James D. Watson, codescubridor de la estructura del ADN, es directa en este aspecto: "Una vez que tienes una forma de mejorar a tus hijos, nadie puede detenerte".

Al mismo tiempo, la interferencia estatal en las elecciones reproductivas, de hecho, sería una clara restricción a la libertad individual, pero se ha especulado que una eugenesia "sutilmente dirigida" puede configurarse para no amenazar las libertades civiles y al mismo tiempo garantizar que no se cometan locuras.

El Estado tendría ciertas justificaciones para hacer imposiciones cuando la reproducción perjudica a otros ciudadanos o al mismo bienestar de la descendencia. Por ejemplo, aumentando los gastos en medicamentos o asistencia social, comprometiendo la educación y la competitividad nacional o simplemente dejando al niño en una clara desventaja futura "sin comerlo ni beberlo". Se daría un caso, salvando las distancias, similar a lo que ocurre con las leyes matrimoniales con respecto a las enfermedades genéticas y el incesto; o los casos de retirada de custodia por negligencias de los padres biológicos. Se estaría, de alguna manera, regulando la seguridad de la descendencia a un nivel más profundo.
También podría ser interesante porque hacer de esta demanda un asunto público mitigaría en parte los problemas de disparidad de oportunidades entre grupos sociales. Si la eugenesia se convierte en una posibilidad más dentro del estado de bienestar, al menos se mitigarían las desventajas de la descendencia nacida en familias con bajos recursos. ¿Cómo pagarlo? Por supuesto está por ver, pero a unos semidioses presumiblemente algo se les ocurriría.

El caso es que, a pesar de las advertencias y los problemas a solucionar que vengan en el futuro, los avances en genética y tecnología reproductiva han creado las condiciones para una industria eugenésica masiva impulsada por la propia demanda de los consumidores.

¿Cómo conducirá la demanda a este mercado? ¿Qué tipos de regulación gubernamental podrían ser necesarios? ¿Qué tan efectivos serían? ¿Puede ser apropiado que los Gobiernos inicien programas de eugenesia para todos? Las preguntas son muchas y muy complejas. Pero bueno, la evolución suele serlo.

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