Las Fronteras del Amor I parte.
Escúchame, deseo contarte una pequeña historia acerca de dos extraños que el destino los unió. Todo se remonta a una pequeña relación expuesta por una línea fronteriza, en donde por un lado los juicios físicos son sin razón aparente lo que predomina en la sociedad, por otro lado el completo desacuerdo a una unión desigual que sería nada más ni menos que la deshonra.
Bajo la sombra de ambos se libraba una batalla incesable donde te tachaban de enemigo si no aceptabas las órdenes que se te daban. ¿Qué triste no?, tener que suprimir tus deseos y sueños solo por caprichos de otros seres. Pero eso no fue hincapié para estos jóvenes enamorados, quienes a través de minucioso cuidado se rencontraban para sentir lo que ellos definían como -lo mejor que existe en este universo-. Para propia suerte fui cómplice de tal encuentro, se veía en sus ojos la esencia del amor, algo tan puro y vigoroso que parecía inefable e inconmensurable. Decían a gritos –Este amor será sempiterno- Y vaya que así era, recuerdo que presencie en varias ocasiones múltiples de sus encuentros románticos, al principio parecía algo empalagoso pero cuando descubres la realidad en donde estaban te quedabas boquiabierto y cabizbajo diciendo ‘Oh vaya, que mal’. Una vez me acerqué a ellos y les pregunté por qué siempre se veían a escondías, ellos respondieron unánimes –Hay quienes no aceptan nuestro amor, dicen que sólo seríamos el hazme reír de la sociedad y que no permitirían jamás nuestra unión por no perjudicar la reputación-. Algo impactado pude decir ¡Qué Cosas!
Me tomé la libertad de investigar de situaciones similares y habiendo dado con algunas referencias fui a la puerta de aquellos que tenían mayor experiencia. Entre recuerdos, risas y tazas de café compartidas, me contaban lo difícil que era formar un amor bajo lo que ellos definieron como -‘Líneas Fronterizas’-. Sin embargo, siempre partiendo que con amor, todo es posible. Y claro está, el ejemplo de ellos quienes llevaban 56 años de casados.
Me contaron que al principio todo parece nublado, lleno tormentas e incesables vientos feroces que parecían solo querer acabar con ellos, pero después de la lluvia sale el arcoíris. Recuerdo que en una de esas historia el hombre se detuvo a contarme que en varias ocasiones estuvo a punto de desistir y caer pero siempre al pensar en su amada se volvía a levantar diciendo con propiedad y gran voz -Atravesaría tormentas, caminaría kilómetros de desiertos y escalaría las montañas más altas sólo por verla sonreír una vez más-. Al cabo de desenlace comentó que para amar sólo se necesita tener fe, coraje y ponerlo como meta fija. Al llegar a casa, no podía dejar de pensar en esas historias conmovedoras y pensé en ese instante. Pero, ¿Qué hay de aquellos jóvenes del parque?
Fui hasta el parque el día siguiente con gran entusiasmo para contarle de dichas historias, y enhorabuena, estaban allí, como siempre estaban charlando, jugueteando y entre risas se dejaban salir alguna que otra caricia con sabor a ‘Te he extrañado tanto’. Me acerqué a donde estaban y logré hacerme amigo de ellos. Ellos me catalogaron como ‘El narrador de un cuento de hadas’. Para suerte, me pareció algo chistoso siendo apenas solo un escritor amante de las historias de amor. Ellos me comentaban acerca de su vida, ella sumisa bajo una familia donde los pretendientes eran juzgados por la apariencia más no por su potencial, me pareció algo ilógico e irracional al saber que el joven, trabajador elocuente y respetuoso con aquella damisela no era aceptado como un pretendiente digno. Él sin embargo, era el menor de 4 hermanos, todos fornidos y altos y el tan solo llegaba a medir poco menos de 1,66. Encontraba grandes cualidades en ese joven, recuerdo que aquella chica comentaba entre carcajadas –Es el hombre más grande que ha llegado a mi vida, el mejor sin duda alguna- Mientras que con sus manos tapaba sus oídos, decía que por broma no le gustaba que se jugueteasen con su estatura.
Algo sorprendente era la forma en que ellos sonreían al verse mutuamente, parecía algo maravilloso así como el arrebol o el despertar del alba.
Pasó mucho tiempo hasta volverlos a ver y siempre lucían de igual manera, llenos de vida y de amor. Recuerdo que me contaron que a pesar de los días difíciles y de las consecuencias por amor siempre permanecían juntos, luchando y dando lo mejor de sí mismos. Para un escritor, sacar provecho de experiencias así es fenomenal, me dije a mi mismo ‘Vaya, podría hacer una novela con esto’. Muchas escenas cruzaron por mi cabeza ese último día que los vi, les deseé buena suerte y que Dios los acompañase en todo su camino, ellos sonrientes me dijeron –Nos volveremos a ver algún día querido amigo-.