Se dice que “el hombre conoce mejor el espacio exterior que su propio mar”, y parece algo lógico, ya que en los océanos existen alrededor de 6.000 metros de profundidad. En la actualidad, los seres humanos sólo han explorado un 5% del fondo de los océanos, por lo que al parecer “las profundidades marinas son la última frontera de la exploración humana en la Tierra”.

Sin embargo, la tecnología nos permite conocer un poco estas criaturas capaces de sobrevivir en espacios tan profundos, gracias a equipos robóticos especializados no tripulados que son capaces de explorar hasta 11.000 metros de profundidad. La zona abisal es un lugar donde la luz del sol no ha podido asomarse, y si lo ha hecho apenas ha sido un guiño, pues esta área se encuentra a más de 4.000 metros de profundidad, y como es lógico sus condiciones son extremas.

Este espacio tan alejado de la superficie y la civilización, se caracteriza por la ausencia de luz, el frío continuo, con temperaturas que oscilan entre 2 y 3°C (35-37°F); ausencia de vegetación y las más altas presiones, lo cual contribuye a que permanezca prácticamente desconocido. Representa el 75% del espacio oceánico habitable, y se han registrado aproximadamente 17.000 especies abisales que, aunque resulte asombroso para algunos y lógico para otros, provienen de criaturas más superficiales.

Se han identificado diversas especies de peces, pulpos, arañas, medusas y otros, que habitan estas profundidades; en su mayoría con apariencias sumamente distintas a sus ascendientes, como resultado de las múltiples características y adaptaciones especiales que han adquirido para sobrevivir en las condiciones extremas que posee su medio.

Algunos de los rasgos más “populares” de los peces abisales son los cuerpos pequeños con cabezas de gran tamaño, dientes enormes y filosos, y la capacidad de generar luz propia lo cual se conoce como bioluminiscencia y es el resultado de colonias de bacterias específicas. Esta última propiedad les permite atraer a sus presas, ya que muchas de estas criaturas tienen su órgano luminiscente ubicado dentro de su boca o en su cabeza y debido a la ausencia de luz, las criaturas que habitan estas profundidades presentan ojos grandes que apenas percibe destellos bioluminiscentes y son atraídos a éstos, o simplemente son ciegos.

Además de lo antes mencionado, estas curiosas especies, poseen colores muy opacos, siendo algunos transparentes. También cuentan con estómagos extensibles que les permitirán digerir cualquier tipo de presa independientemente de su tamaño, así como ausencia de escamas, gigantismo, y sensibilidad a campos electromagnéticos de otros animales.

Los restos de las criaturas más superficiales, bien sean peces u otras, descienden lentamente a las profundidades hasta alcanzar las profundidades, como si fueran nieve marina, y representan otra fuente de alimentación para los seres abisales.

Probablemente es en las insondables profundidades del océano donde se encuentren las criaturas más longevas de la tierra, pues debido al lento metabolismo que poseen como resultado de las condiciones de su medio, su crecimiento es sumamente lento, sin embargo, se han reportado casos de algunas de estas especies que han superado incluso los 200 años de vida.