En muchos países ha pasado a ser un tema que no es muy polémico.
En mi país, Perú, una población muy tradicionalista y conservadora con profundas herencias religiosas cristianas. Uno mismo se ve aunque sea muy polémico o no, manifestarse en torno a este problema que nos cuesta entenderlo debido a que poco o nada vale una orientación sexual.
Así, de hecho, realizar diferencias o semejanzas es una gran agrupación conceptual de cuestiones que no tienen nada que ver con lo concreto de que alguien nos agrade o no. Las personas vamos relacionándonos en todo el proceso de nuestra vida, las personas son las que se relacionan.
No vamos en la vida real y diaria presentándonos como sujetos que comparten sus preferencias sexuales con la gran mayoría de personas que nos topamos diariamente y en general en nuestras vidas.
Ciertamente los derechos de las personas o de los seres humanos son atribuidos a los seres humanos como sujetos de derechos. A lo que voy es que, si me agrada alguien no son las características separadas sino la persona misma que me está generando esta empatía. De hecho hay muchos compañeros o compañeras que son de diversas orientaciones sexuales, y aquí viene lo principal del artículo que les comparto con todo el buen deseo y la valía de que las personas se mide por ellas mismas, porque lo que no se puede es caer en la ridiculización de exigir derechos que son omisiones de deberes ni cuestiones que no se le pueden atribuir a la persona como un ser íntegro y acabado.
También es verdad, que en muchos casos las excepciones son las confirmaciones de que las reglas son parciales o en ciertos momentos necesarios y en otros no.
Por ejemplo, proteger a los niños y ancianos, es lógico, porque son más vulnerables que la normalidad de los adultos o jóvenes autónomos, pero justamente no están exentos de ser protegidos aquellos ciudadanos que tuviesen alguna necesidad. Hay que cuidarnos de no sembrar políticas de odio y violencias gratuitos de cosas inexistentes y que no son reales en lo cotidiano. Por eso el mandamiento máximo: Amarás a Dios y a tú prójimo como a ti mismo. Dios-otro-yo. Nos revela el Trinomio perfecto. Sin exclusiones.
Porque las leyes no buscan ser sacadas ni puestas con nombres propios, así tampoco para comunidades o agrupaciones de personas que no lo necesitan porque ya está subsumido esa pretensión de derecho de alguna forma en una ley más general y que no sea tan específica.