Que nuestra ausencia, recuerde para bien nuestra presencia.

Está en tus manos dejar huellas o cicatrices. Una huella es la señal de que estuviste presente. Una marca que dejas para ser recordado desde el amor, la ilusión, el aprendizaje, la felicidad. Las cicatrices al contrario, son marcas que se forman por el dolor, el daño, la tristeza. Y así como no deseamos poseer estas heridas, no debemos causarlas en otras personas.

Cuando herimos, nadie quiere tenernos presente y mucho menos si ya no estamos físicamente. Pasamos a ser un mal recuerdo del que no se quiere hablar, y si lo hacen, lastima y seremos recordados desde la rabia y el dolor. Seremos ese clavo que perforó mil veces aquella puerta (deben conocer la historia), y aunque ya no estemos clavados en ella, cada agujero que hemos dejado no los borrará ni el tiempo. Es por eso que debemos mirar cada uno de nuestros actos con el fin de hacer el bien. Nuestro estandarte debería ser la bondad, la honestidad y el respeto; nuestra prioridad a la hora de relacionarnos con los demás.

Cada uno de nosotros forma parte de la vida de alguien más. Sembremos el amor a cada paso. Debemos SER PARTE DE LA DIFERENCIA Y NO DEL PROBLEMA. Tratemos de no juzgar a priori. No olvidemos que no tenemos el monopolio de la razón, ni lo tendremos nunca... Así como las personas llegan a nuestras vidas dejando huellas y ocupando espacios importantes en nuestra historia, así mismo nosotros podemos ser el protagonista del libreto de otras. A veces una presencia es tan imperceptible y fugaz que no deja mayores consecuencias, y es valido; incluso más valido que dejar heridas.

En nuestra etapa adulta cuando recordamos nuestra infancia, las maestras por lo general juegan un rol relevante. Mayormente las recordamos por sus enseñanzas y trato para con nosotros. Que triste las que ocupan un lugar oscuro en el recuerdo de la infancia de un adulto. Ésta es la lección que debemos tomar. Que cuando ya no estemos presente en algunos de nuestros visitantes en la vida, ocupemos el lugar especial que ocupan los buenos recuerdos.

Fuente

Es por ello que la invitación desde ésta lección de vida que significa estar vivo, me atrevo a decirte “QUE TU AUSENCIA, RECUERDE PARA BIEN TU PRESENCIA".

Romel Córdova.