María era una mujer de 28 años con 5 meses de embarazo caminaba por la empinada calle con gran pesadez y dificultad, además de la incomodidad propia del su embarazo por la pesada bolsa que llevaba en sus manos. Mientras caminaba pensaba:
Dios qué voy a hacer, está matando este ataque de asma no puedo controlarlo, siento que me voy a morir en cualquier momento.
Esa noche al llegar a casa, le dijo a su esposo Felipe:
Mañana en la mañana por favor quiero que me lleves al médico, porque ,de verdad que ya no sé qué hacer con el asma, además de que me tiene sumamente preocupada la cantidad de medicamentos que he tomado, siento que de alguna forma pueden afectar al Bebe.
Felipe le dijo:
Tranquila mi amor, mañana iremos a primera hora, para que el médico te examine, no te preocupes que todo va a salir bien, con el favor de Dios.
Al día siguiente los esposos, salieron rumbo al consultorio del médico. Al llegar el mismo los recibió amablemente, saludando a Felipe, dado que lo conocía porque él era la persona le arreglaba el vehículo al doctor, porque Felipe era mecánico.
Hola pasen adelante.
Felipe y María le llevaron, los récipes, donde constaban los medicamentos que ella había estado consumiendo para el tratamiento del asma, además de otros que le había recomendado un familiar.
El doctor escucho detenidamente y procedió a examinar a la paciente.
Luego de examinarla minuciosamente, se colocó sus lentes y comenzó a garabatear en una hoja sobre el escritorio, revisó un libro y estuvo consultando varios apuntes. Los esposos esperaban impacientes por el diagnóstico del médico.
Amigos, no les tengo buenas noticias, realmente el embarazo a simple vista no presenta ningún problema, todo indica que está bien, pero los medicamentos que ha estado tomando María para controlar el asma, son contraproducentes en el embarazo y temo que hayan afectado al feto. Por lo cual, como amigo les recomendaría que no lo tuvieran, pero como médico realmente no les puedo recomendar eso. Es una decisión que deben tomar ustedes que son los padres.
María Comenzó a llorar, Diciendo:
Pero doctor, no es posible, ¿no hay algo que se pueda hacerse para evitar que aborte mi hijo? No doctor, yo no lo quiero abortar, yo quiero tener a mi hijo!!!
Felipe tomó la mano de su esposa y la apretó cariñosamente.
El médico respondió:
Lamentablemente, los medicamentos que has tomado de una u otra manera han afectado al feto y existe el riesgo de que venga con problema, puede nacer sordo, ciego, o paralitico, Etc.,
Los esposos, muy compungidos, se despidieron del Medico.
María no dejó de llorar por todo el camino hasta que llegaron a la casa.
Ya en su hogar, Felipe le dijo:
No María, no lo vas a abortar, vamos a tener nuestro hijo. En nombre de Dios, contra todos los pronósticos, yo tengo fe de que todo va a salir bien.
Vamos a rogarle y rezarle al Doctor José Gregorio Hernández para que interceda ante Dios por nuestro bebe y por nosotros, ya verás que todo saldrá bien.
Transcurrieron los 4 meses restantes del embarazo y María tuvo a su niño, un hermoso bebé de buen peso, y buen tamaño. Por nombre le pusieron José Gregorio, en honor al Santo. Pero con el transcurrir del tiempo pudieron notar que el niño era un poco distraído, en la escuela no hacía las tareas, se quedaba dormido, solo quería jugar y nada más. Pero a pesar de esta aparente distracción, el bebé mostraba signos de una gran inteligencia y notorias habilidades.
Felipe, le compró un carrito de latón a escala que parecía un carro normal, e igualmente les compró otros carros a sus otros hermanos su dos hermanos Juan y Pedro, quienes al poco tiempo ya habían destrozado sus dos juguetes, contrario a José Gregorio, quien lo desarmaba y armaba como quería, lo mantenía y cuidaba.
Felipe y María, decidieron no forzar ni obligar a su hijo en cuanto a lo que se refería a estudiar, fue así como el niño apenas logró terminar el bachillerato, y se dedicó a trabajar con su padre reparando los vehículos en el taller. Y así fue aprendiendo y dominando el oficio de mecánico, sorprendiendo a su padre, ya que en poco tiempo pasó de ser su ayudante a ser un excelente mecánico, superando con creces a su maestro.
Transcurrido unos 25 años, de aquella visita que Felipe y María le hicieron a su médico, casualmente Felipe se encontró con el Doctor, a quien no había visto más, porque el médico se había ausentado del pueblo, dado que se había mudado a la capital para realizar estudios, y ellos no lo volvieron a ver.
Felipe al verlo lo saludó afectuosamente: y le dijo:
¿Hola doctor Cómo está, se acuerda de mi?
Caramba claro que si vale, cómo no recordarte Felipe, si tú eras mi mecánico, el que se encargaba repararme el carro las veces que se me dañaba.
¿Doctor usted recuerda aquel caso de mi esposa que estaba embarazada y en ese tiempo, usted nos recomendó que no podíamos tenerlo que debía abortar por el problema que ella tenía con el asma y los medicamentos que tomaba?
Claro Felipe, ¿Cómo no recordarlo, de verdad que fue algo bien penoso, haberles tenido que decir eso?
Bueno Doctor, déjeme decirle que nosotros no seguimos su recomendación, ella no lo aborto y lo tuvo; y hoy día ese niño ya es un hombre. Fue poco estudioso, pero es muy habilidoso, es un hombre al que usted le lleva algún electrodoméstico dañado, sea un ventilador, una licuadora, un teléfono, Etc. y se lo repara. Además de que es un tremendo mecánico y electricista.
El doctor, entonces le dijo a Felipe:
Caramba Felipe, de verdad me alegro que les haya ido bien, eso definitivamente es un milagro, porque hay un alto porcentaje de niños que nacen con problemas, porque que son afectados durante el embarazo, por medicinas que toman las madres. Y tu hijo es uno de esos casos milagrosos.
Felipe le respondió:
Sí doctor definitivamente es un milagro. por eso lo llamamos José Gregorio, en honor al doctor José Gregorio Hernández, por habernos concedido ese milagro.