Aunque insistas de miles maneras, y te quieras colar por cualquier vericueto de mi vida, no voy a aceptar tu invitación desesperanza; has hecho lo imposible para sumergirme en las profundas aguas del pesimismo, y te aseguro que seguirás fallando. Pues estoy bien sujeto al flotador divino de la fe; si veo luz al final del túnel, creo en la fidelidad del que todo lo puede, creo en la promesa de Dios.
A diario siento el amor de Dios y su misericordia; su vara es el bastón que me mantiene erguido, y su luz más poderosa que las sombras; creo en tu pronta despedida, no lograras quedarte ni aun entrar, porque no eres bienvenida desesperanza; ya siento la llegada y el resplandor de los días buenos; "Y Jesús le dijo:
(Marcos 9:23)
Si puedes creer, al que cree, todo le es posible".
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