No hay oscuridad que se resista a la luz
ni nube negra que no se lleve el viento
y el vivir en Cristo me ha enseñado
que la fe disuelve la desesperanza.
Por eso no me rindo mientras exista vida
porque tengo a Dios
y él es luz y vida, y tengo a su espíritu
al consolador quien mueve sus alas
desplazando nubes.
Siempre habrá momentos de debilidad
de tentaciones y ganas de abandono
pero tengo un arma de un alto calibre
que es mirar al cielo.
Y allí obtengo la fuerza que el PADRE me da
renuevo la gracia que el HIJO nos dio
y el ESPÍRITU SANTO me da su consuelo.