Lo que Dios sabe de mí, es infinitamente más importante que lo que otros piensan de mi; Dios conoce nuestros corazones, a tal grado que habita en ellos; siempre y cuando seamos merecedores de ello; si yo lo soy; no lo sé, solo Él lo sabe.
Pero antes, a mi manera y sin orientación, por instinto le reconocí; y ahora que estoy tratando de obtener aunque sea un ápice de conocimiento de su palabra; de transitar sus caminos, aun con tropiezos, cayendo y levantándome, con el convencimiento de su ayuda y con la certeza de que conoce mis pensamientos aun antes de pensarlos; con mis aciertos, con mis errores y mi pecadora condición humana, quiero depender de su misericordia, perseverar en su búsqueda, solicitar su guía, porque sé que me ama como se quiere a un hijo.
“Que nunca te abandonen el amor y la verdad: llévalos siempre alrededor de tu cuello y escríbelos en el libro de tu corazón. Contarás con el favor de Dios y tendrás buena fama entre la gente”.(Proverbios 3:3-4)